Cuando, por primera vez, vi las fotografías de Marco, me recordaron aquella curiosa película cuyo protagonista era James Stewart y su visión de la vida desde la ventana de su apartamento…
Hoy os presento a Marco T. Socorro…¡Sacad vuestras propias conclusiones!
No soy fotógrafo profesional, soy más bien un advenedizo en ese arte y oficio. Yo soy escritor de TV, guionista de ficción y esto explica en buena parte la serie de fotos de la esquina (#acornerinmadrid), puesto que trabajo en casa y son muchas horas las que hay que echarle. Desde mi ventana veo la esquina de la Calle Barquillo con Augusto Figueroa/Prim y cada vez que me asomo sin cámara veo algo extraordinario, fugaz y único. Así que me acostumbré a tener aparcada junto a la ventana mi Canon 500D con su teleobjetivo Tamron 18/270, con la que he hecho miles de fotos de la cotidianidad en ese cruce.
Mi historia con la fotografía empezó en la Escuela de Comunicación Social de la Universidad del Zulia, en Maracaibo, Venezuela, de donde soy yo, y empezó con una frustración. Aunque mi especialidad era periodismo impreso, es decir, escrito, me fasciné con la fotografía. Me compré una vieja cámara cuya marca ni recuerdo (algo como Yashica), la ampliadora, las bandejas, la lámpara infrarroja y toda la utilería del laboratorio analógico y me lancé a ello con mucho entusiasmo. Obtuve una cifra muy redonda de imágenes buenas: cero. Literal.
Nunca jamás logré nada que no fuera un borrón negruzco o una niebla grisácea, con que vendí todo por tres pesetas con gran tristeza. Luego hice carrera como reportero en diarios, y envidiaba mucho a mis compañeros fotógrafos, dando por hecho que la fotografía no estaba a mi alcance.
En los noventa publiqué un libro de relatos en el que los personajes hablaban el dialecto de Maracaibo, el voseo más arcaico de la hispanidad, y por eso me llamaron para escribir los diálogos de una trama ambientada en Maracaibo, en un culebrón de Radio Caracas TV —la que produjo “Cristal”— y para resumir diré que el oficio de guionista me echó el lazo.
Estoy convencido de que los oficios nos eligen a nosotros y no al revés. Me pasé al guión, así de simple, y al final de esa década me mudé a Madrid. También las ciudades nos eligen, pese a las distancias y pese a todo. En el ínterin se había democratizado la fotografía digital, conque hice un curso introductorio en la EFTI y volví a meter las narices en el reino de la fotografía, solo como aficionado. Por fin podía hacer fotos. No tengo ni pizca de nostalgia de lo analógico. Tras el curso, la fiebre de hacer las fotos en manual me duró hasta el mundial de 2010.
Cuando me fui a la calle a fotografiar las celebraciones me di cuenta de que era demasiado lento, y que entre que conseguía los parámetros que quería, el sujeto ya se había pirado. Desde entonces uso mayormente los automatismos, y me divierte la gente que se hace cruces por eso. Lo mismo me pasa con la edición, que para mi es casi la mitad del places de hacer imágenes. Me aburre cuando no hay un encuadre que corregir, una sombra que acentuar. Me han dicho que eso no es fotografía, sino ilustración. A mi me la sopla cómo se llame, para mi es un escape creativo que me da la vida, en el que no tengo que explicar ni negociar nada con nadie.
Gracias por invitarme a tu blog, donde veo a grandes fotógrafos y yo con estos pelos.
Marco
Gracías a tí , por enseñarme tantas cosas desde tu ventana, tu opinión y visión del mundo
Paz
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