Como profesionales y apasionados del mundo viaje, a los miembros del equipo de Gretur Viajes nos fascina perdernos en esas fotografías mágicas captadas lejos de nuestro entorno diario, imágenes especiales como la que hoy compartimos contigo en nuestra sección “la foto de la semana”: las Islas Flotantes de los Urus Puno, en el peruano Lago Titicaca. Como ves, se trata de auténticos pueblos flotantes creados de forma totalmente artesanal por una antigua étnia llamada”uros” o “urus“, un pueblo indígena que durante cientos de años habitó en ciertas regiones de Perú, Bolivia y algunos pueblos limítrofes de Chile. La forma de vida de este antiquísimo pueblo peruano no puede ser más distinta de la de los urbanitas que disfrutamos con su estampa. Las islas, unas 80, flotan en un brazo del gigantesco Lago Titicaca, un Golfo de unos 600 kilómetros cuadrados de extensión llamado Puno.
La curiosidad que rodea a estos hombres, mujeres y niños que pasan su existencia flotando sobre el agua comienza con la planta acuática que recogen en las inmediaciones del lago y que, precisamente, es la materia prima de sus hogares flotantes: la totora. ¿No te suena el nombre? ¿Y si te decimos “espadaña“? Seguro que has visto este tipo de planta en tus excursiones a las riberas de los ríos españoles, esas cañas alargadas, de tallo duro y que hunden sus raíces en la orilla formando un borde verde natural que controla el agua y acoge la fauna.
Pero la curiosidad que rodea a este pueblo indígena eterno no se queda en sus materiales de construcción, en las cañas de totora, qué va, también alcanza a su propio nombre de raza. En aimara, esa bella lengua que está en peligro de extinción, la palabra “uros” se traduce como “uri“, un término que, en castellano, interpretaríamos como bravo, valiente, indómito… y es que hacen falta todas estas virtudes y alguna más para pasar tu vida entera, mañanas, tardes y noches, trabajando, pensando y amando en un islote flotante, una isla que, para más inri, ni siquiera disfruta del benigno clima estival eterno que favorece a otros archipiélagos del mundo y de la que hay que salir unas cuantas veces al día para orinar y hacer de vientre en otra isla pequeña vecina que mantienen limpia a base de cal viva y buenos deseos.
La vida de los uros es dura, fría, húmeda, pero eso no impide que la estampa que ofrecen al exterior atraiga a miles de viajeros al año, turistas hambrientos de aventura que desean flotar con ellos en sus islas mientras dura la novedad, se termina la batería del móvil y empiezan a echar de menos las otras incomodidades modernas a las que, por lo menos, están bien acostumbrados.
«Isla flotante de los Uros 2». Disponible bajo la licencia Dominio público vía Wikimedia Commons.