Un monumental ejemplo lo encontramos evidentemente en Italia, concretamente en su capital, Roma donde en 2008 volvieron a abrir sus puertas las Termas romanas de Diocleciano. Se trata de uno de los mayores espacios de baños creados en aquella época. De hecho, es tan inmenso que en en siglo XVI, el artista Miguel Ángel construyó en su interior la Iglesia de Santa Maria degli Angeli e dei Martiri.
Sin salir de la ciudad, el visitante encontrará otro de los espacios clásicos dedicados al culto al cuerpo, las Termas romanas de Caracalla. A pesar de que sólo se conservan las ruinas de la edificación, ésta continúa siendo a día de hoy uno de los mayores atractivos turísticos de Europa. Lamentablemente, sus suntuosas esculturas y la lujosa decoración del monumento no se conservan.
Pero los romanos también levantaron enormes construcciones termales en las zonas conquistadas. Este es el caso de la Casa de Baños de la localidad inglesa de Bath. Debido a sus propiedades curativas, las aguas del manatial se utilizaron hasta la caída del Imperio en el siglo V. Posteriormente, ya en la época victoriana, la estructura fue rediseñada y aún continúa abierta al público.
En Badajoz, España, la conquista romana también dejó huella y podemos encontrar el Balneario de Alange sobre los restos de un primitivo centro termal. Actualmente, el complejo consta de diversas piscinas y hoteles que hacen las delicias de los huéspedes quienes viajan hasta allí en busca de paz y tranquilidad.
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