¿Qué sería del mundo sin el teatro? Hoy, no metemos de lleno entre las tablas del Centro Dramático Nacional para conocer un poco más al actor Pablo Quijano, el joven actor de 22 años que representa a un joven y airado Platón en la obra Acastos. ¿Para qué sirve el teatro?, bajos las órdenes de Ernesto Caballero, director del CDN. La obra, que se representa en la Sala de la Princesa del Teatro María Guerrero hasta el domingo 15 de abril, se basa en los diálogos platónicos de la escritora y filósofa irlandesa Iris Murdoch.
¿De dónde le viene esta pasión por el teatro?
Viene por parte de mi madre. Ella era la programadora de uno de los teatros de la provincia de Palencia, mi ciudad natal, y desde muy pequeño acudí de su mano casi todos los fines de semana. Más tarde, empecé a hacer teatro en el instituto. Fue un gran regalo contar con aquella profesora que nos juntó a varios y creó un grupo de teatro. Teatro amateur pero muy serio. De hecho, llegamos a ir por diferentes certámenes y recibimos varios premios. Fue en ese momento donde me di cuenta de que quería ser actor. Me vine a Madrid y empecé a formarme con diferentes maestros. Conseguí entrar en Estudio Corazza, donde actualmente sigo formándome con profesionales como Ana Gracia. También he tenido la oportunidad de aprender de la mano de directores como Marta Pazos, Carlota Ferrer o Karina Garantivá, además del propio Ernesto Caballero, entre otros.
En Acastos, ¿para qué sirve el teatro? das vida a Platón. ¿Qué nos puedes adelantar de este montaje?
Se trata de un canto a la reflexión filosófica y a cuestionarse desde qué es el arte para ti como individuo, a qué es el arte como vehículo o herramienta para la sociedad. En la obra vais a poder ver a unos amigos que salen de ver una función de teatro que les ha dejado inquietos. Se reúnen tras ella para conversar y debatir sobre lo que supone para ellos el teatro, el arte, la amistad… al fin y al cabo la vida. Entre ellos está Platón, mi personaje. Sócrates, interpretado por Carmen Gutiérrez, aparece por allí y estimula a los jóvenes a pensar, a no conformarse, a dar rienda suelta a su inquietud, a aprender y a equivocarse hasta el fondo.
¿Qué le supone, siendo tan joven, subirse a las tablas del Teatro María Guerrero bajo la dirección de Ernesto Caballero?
Supone un paso más en mi carrera. Una carrera de esfuerzo, lucha y constancia que nunca termina. Yo diría que es un regalo. Asisto al teatro todas las semanas y he visto muchas de las producciones que se han realizado en el Centro Dramático Nacional. Poder formar parte de una de ellas y, con un director como Ernesto, es algo maravilloso además de un gran aprendizaje.
Dice que asiste mucho al teatro. ¿Cree que es intemporal la capacidad de emocionar al espectador?
Sin duda. Aunque pienso que tampoco es ese el fin principal y único del teatro. Es cierto que estamos llenos de emoción, sentimos todo el tiempo, incluso cuando estamos reprimiendo lo que nos pasa. Pero también hay veces que conectas con algo más profundo aún que la emoción y eso me resulta mágico. Además creo que los conflictos humanos sobrepasan las barreras del tiempo. Por ejemplo, hoy en día seguimos hablando de los conflictos que planteaba Shakespeare. Las pasiones humanas no cambian tanto.
¿Qué aptitudes cree que tiene que tener un gran actor?
Aunque no creo que exista un patrón, tengo claro que un buen actor tiene que ser constante, paciente, terriblemente honesto consigo mismo, hasta lugares que den incluso miedo. Me parece muy interesante que cada uno seamos diferentes y no rechacemos nunca nuestra propia esencia.
¿Qué le atrae más, el mundo del teatro o el del cine y la televisión?
No me cierro a nada. Es cierto que por mi juventud me he movido más en las tablas, pero la inquietud me provoca también un profundo gusto por lo desconocido y lo alejado de mi zona de confort.
¿Entonces se ve sucumbiendo al séptimo arte?
Me encantaría hacerlo. Pero para mí también es fundamental poder beber y empaparme de todo lo nuevo que pueda en esta profesión y sucumbir a todas las formas artísticas posibles que me ponga la vida en el camino. El cine siempre ha sido una gran inspiración para mí. Soy un gran apasionado del cine español y del talento de nuestro país.
¿Quiénes son sus referentes en la interpretación? ¿Quién le inspira?
Me inspira mucho Nuria Espert. Su concepción del teatro, su valentía y emprendimiento, como formó una compañía propia que cambió el rumbo del teatro contemporáneo. Su renovación continua. También me inspiran Álex Rigola, Lluís Pasqual, Andrés Lima… Son algunos de los directores de los que siempre estoy atento. Además, últimamente he descubierto otros nombres como Christiane Jatahy, Romeo Castellucci o Osaras Kursunovas. ¿En cuanto a mis referentes? Destacaría actores como Javier Bardem, Irene Escolar, Asier Etxeandia…
Por último, ¿le ve futuro al teatro?
Le veo el mismo futuro que a la ciencia. Todo el del mundo. También estaría bien que nos planteásemos cómo seria el futuro sin teatro. Yo no me lo imagino, pero seguro que muy distinto y terriblemente peor.