La novela arranca con un tono apacible que se va enturbiando a medida que el protagonista desciende a su infierno personal; Michael Reed, viudo sin rumbo, deambula por la facultad cuando conoce a una joven estudiante y artista de performances que se convierte en la combinación perfecta de conquista sexual y recuperación de su hija fallecida.
Como muchos de los héroes de Johnson, Reed se mueve en el territorio de la paranoia y la pérdida del sentido de la vida, que Johnson retrata con agudeza, sin dejar de lado el aspecto humorístico presente hasta en los temas más macabros.