Se podría decir, que prácticamente ya somos unos experimentados autocaravanistas cazadores de ciclogénesis.
Sí, sí, no es una exageración, no falla, decidimos salir con la autocaravana y allá que llega el mal tiempo, y no sólo la lluvia, riéte tú de la lluvia cuando existen las tormentas perfectas.
Eso sí, podemos poner en nuestro curriculum autocaravanil “Expertos en atravesar vientos y lluvias torrenciales”
Pero lo mejor es que empiece por dónde empiezan las buenas historias, por el principio.
Allá por el año 2013 compramos la autocaravana, e ingenuos de nosotros decidimos hacer una de nuestras primeras salidas cuando el señor del tiempo anunciaba una ciclogénesis.
Pensamos, no será para tanto, ¡qué ingenuos! las tormentas desde casa se viven de otra forma, miras llover y ver moverse los árboles desde tu ventana en plan nostálgico y romántico, mientras te arropas con una mantita, sujetando en tu mano un vaso de té caliente.
¡Ja!
Allá afuera nos estaba esperando la peor de las tormentas jamás vivida, y no, no exagero, aquello estaba fuera de lo normal.
Después de avanzar algunos kilómetros y ver que era imposible mantener la autocaravana dentro de la carretera, decidimos refugiarnos en un pequeño pueblo a pasar la noche.
No dormimos, los cubos de basura eran lanzados de un lado a otro por las ráfagas de viento, las farolas cimbreaban sobre nosotros, avisandonos de que aquél viaje no lo ibamos a olvidar.
Mientras tanto, nuestra pequeña Cirila, soportaba como podía los embites del viento, que hacian imposible poder dormir en la capuchina sin pensar que aquello era un barquito a la deriva, en medio de una tempestad.
Pero aventureros que somos nosotros decidimos seguir adelante ( ni un paso atrás) aquel trayecto estaba endemoniado, el fuerte aire azotaba los 3500 kilos como si fuesen de papel, y era complicado seguir adelante.
De pronto, el capitán de la autoravana, vio que una de las molduras de la capuchina se había soltado, el vendaval había entrado por un hueco y estaba decidido a arrancar un trozo de plástico, ¡nuestra pequeña estaba herida!
¿Recuerdas que te conté lo útil que es llevar la cinta americana y similares? por fortuna pudimos encontrar una valla donde subirnos para poder arreglar el desaguisado y poder continuar.
Después de arreglar el desperfecto pensamos que ya había sido suficiente, y decidimos dar por concluida la aventura.
De aquello queda la experiencia, la medalla al mérito autocaravanista, y una pequeña cicatriz en La Cirila.
La entrada El día que el viento quiso llevarse la autocaravana ha sido publicado en Autocaravana y manta.