MACKENZIE, EL FANTASMA DEL CEMENTERIO DE GREYFRIARS
Además de ser un lugar de reposo, el cementerio de Greyfriars ha protagonizado, a lo largo de los siglos, parte de la historia de Edimburgo.
El cálido recuerdo del perrito Bobby, que tras la muerte de su amo veló su tumba durante 14 años, convive con del crudo legado de los bodysnatchers, los ladrones de cadáveres, mientras que en un rincón, la Covenanters Prison recuerda que allí se encerró, en 1679, a casi un millar de covenanters. Muchos murieron en cautividad; otros fueron ejecutados; solo unos pocos obtuvieron la libertad.
Siglos más tarde, en 1999, la Covenanters Prison había de convertirse en uno de los lugares más hechizados de Edimburgo.
Todo comenzó cuando alguien forzó la puerta del mausoleo de William Machenzie, un abogado responsable de muchas de las sentencias de muerte de los covenanters, y desencadenó una serie de acontecimientos paranormales entre los visitantes de Greyfiars.
Cortes, heridas inexplicables, mordeduras, desmayos, quemaduras, figuras fantasmagóricas, ruidos espeluznantes...
El Ayuntamiento de Edimburgo decidió cerrar esa parte del cementerio al público, pero dio permiso al historiador Jon Andrew Henderson para que condujera pequeñas visitas guiadas para documentar los sucesos.
Así es como algunos tours nocturnos comenzaron a visitar el Mausoleo Negro, forjando la leyenda del sanguinario Mackenzie, el fantasma del cementerio de Greyfriars, que a lo largo de los años ha atacado, según el historiador, a más de 450 personas, 170 de las cuales sufrieron desmayos.
Verdad o mera sugestión, lo cierto es que el de este poltergeist es uno de los sucesos paranormales mejor documentados de Edimburgo.
Si te sientes intrépido, únete a un tour nocturno por el cementerio de Greyfriars; aunque, como advierten antes de empezar, ¡asumes el riesgo de despertar la ira de Mackenzie!
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