DIEZ rincones para disfrutar de la naturaleza en la provincia de Segovia
Excursionistas junto al río Eresma recorren el Camino de las Pesquerías Reales, en la Sierra de Guadarrama. Pinares de Valsaín. Segovia. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego
© Texto y fotografías: JAVIER PRIETO GALLEGO
En ocasiones basta un arroyuelo, un banco de madera y un viejo árbol de tronco retorcido para componer un rincón de postal. El canto de los pájaros y el correr del agua ponen la música. ¡Y ya está! Es suficiente para un momento de relax, para una tarde de recreo natural y de aire puro. Para una escapada breve pero intensa. Tan necesarias para algunos como para otros pueda serlo planificar un gran viaje. Repasamos aquí diez "pequeños" rincones para saborear naturaleza en la provincia de Segovia.
1- LA BOCA DEL ASNO. Es indudable que el entorno de la Sierra de Guadarrama atesora no uno, decenas y decenas de pequeños rincones en los que tomarse ese respiro de naturaleza y libertad. Pero apuntamos aquí este, en concreto, por ser uno de los más socorridos. También porque es punto de arranque de deliciosos paseos por esta sierra. El acceso se localiza en la carretera de subida desde La Granja hacia el puerto de Navacerrada. Y además de estar equipado con mesas y aparcamiento cuenta con el añadido del Centro Interpretación Montes y Aserradero de Valsaín. Su visita sirve para conocer mejor todo el entorno y las razones que llevaron a declararlo Reserva de la Biosfera y, recientemente, Parque Nacional.
2- LOS ASIENTOS. Otro clásico entre las áreas recreativas del entorno de Valsaín se encuentra, como La Boca del Asno, en la subida hacia Navacerrada. De hecho existe la posibilidad de ir de la una a la otra, acompañando el discurrir del Eresma, en unos 20 minutos de agradable paseo pinariego. Otro apetecible paseo, este río abajo, consiste en seguir las Pesquerías Reales -el acondicionamiento realizado con losetas en tiempos de Carlos III- hasta el Puente los Canales, una original construcción que salva el río Eresma, realizado en época de Carlos V, que permitía llevar, mediante el canal que sustenta, las aguas del arroyo de Peñalara hasta los jardines del palacio de Valsaín. La excursión se puede prolongar hasta las escasas ruinas que quedan de este palacio en la localidad de Valsaín.
Imagen invernal de uno de los arroyos que descienden por la cara norte de la Sierra de Guadarrama Segovia. Castilla y León. España
3- EL CHORRO GRANDE DE VALSAÍN. Sus 700 metros de rampas lo convierten en el mayor salto de agua de la sierra de Guadarrama. Y durante el invierno en un auténtico tobogán de hielo con mucho peligro de caída mortal si se traspasa el límite del disfrute sensato. Es decir, llegar hasta donde se pueda sin salirse de los caminos marcados ni tratar de asomarse a un vacío más peligroso de lo que parece. El camino de acceso hay que recorrerlo a pie desde la urbanización Seo de Urgel, en el costado oriental de la localidad de San Ildefonso-La Granja. Un cartel madera indica que desde ella hasta el Chorro se tardan unos 45 minutos. Para encontrar el camino hay que seguir la calle Camino del Chorro hasta que, al comienzo de una curva, frente al número 51, se desgaja un pequeño callejón. Al fondo de ese callejón se localiza la cancela que da paso al robledal por el que discurre la primera parte del paseo. Es la mata de Navalosar. Sin abandonar el camino principal, como a un kilómetro y medio de la cancela, se vadea el cauce artificial que desvía agua del arroyo del Chorro hacia el del Molinillo. El sendero prosigue ya pegado al arroyo, cruza un pequeño ramal y, tras atravesar una breve zona de matorral conduce hasta una tercera cancela, por la que se sale a un cortafuegos. Si se toma el ramal del medio se ve enseguida la continuación del sendero, marcado junto al cauce del arroyo. Es el miso que sin cruzar ya el arroyo lleva hasta la base rocosa de la cascada.
4- EL RÍO PIRÓN. Las orillas de este río segoviano ofrecen la oportunidad de un paseo de lo más tentador. Este se puede arrancar en la ermita de la Octava, un poco antes de llegar a Peñasrubias. Pero para buscar el camino que remonta las aguas del Pirón hay que atravesar este pueblo y buscar la salida por el lado opuesto. Una vez localizado el camino que se acerca al río basta seguirlo por su orilla derecha mientras se recala en lugares como el molino de Covatillas. Río arriba, la senda fluvial conduce, en 700 metros, hasta el bello puente medieval que salva el Pirón a la altura del caserío de Covatillas. Sin cambiar de orilla, un poco más allá del puente sorprende una original fuente que deja escapar su agua por la boca de siete fieros leones, guardianes del escudo nobiliario que queda, medio borrado, en medio. El paseo prosigue sin pérdida por esa orilla hasta alcanzar la ermita rupestre de Santiaguito, en mitad del paredón de caliza y en una zona donde se han localizado otros refugios de ermitaños. La vuelta puede hacerse por la orilla opuesta hasta el puente medieval.
5- EL CHORRO DE NAVAFRÍA. Este salto de agua se sitúa en el interior del área recreativa del mismo nombre, muy concurrida en verano debido a sus piscinas naturales, en los pinares guadarrameños que rodean la localidad segoviana de Navafría. En realidad se trata de una sucesión de toboganes rocosos por los que se descuelga el agua del arroyo del Chorro hasta que termina su carrera precipitándose en un fresco y oscuro pozo. Muchos días del invierno este tobogán permanece tan helado que la torrentera prácticamente desaparece. Desde Segovia se llega, en 35 kilómetros, tomando la N-110 en dirección a Soria. Nueve kilómetros después de Collado Hermoso sale un desvío a la derecha que, en 1 kilómetro más, lleva hasta Navafría.
Mirador de Piedrasllanas al atardecer. Ermita de Hontanares. Sierra de Ayllón.Segovia. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego.
6- ERMITA DE HONTANARES. En un claro abierto entre los robledales que tapizan las laderas de la sierra de Ayllón, a un paso de la localidad de Riaza, se localiza esta ermita. Está ahí desde 1606 por voluntad de los vecinos, que la cuidan y conservan desde entonces. En su entorno, además de mesas y sombra, se localiza también una buena colección de senderos con los que ponerse las botas. Pero uno de los mayores atractivos de este lugar es el paisaje que se contempla. Siguiendo un kilómetro la pista que sube hasta la ermita se alcanza el mirador de Piedrasllanas. No hay mejor balcón para asomarse a una tierra que por aquí se pinta con el rojo intenso de sus arcillas y el negro de sus pizarras. Con la cumbre del pico Buitrera (2.045 m.) a la espalda, la llanada segoviana extiende su manto de ocres hasta donde alcanza la vista, que es tanto como que los Picos de Urbión se divisan allá al fondo entre las brumas.
7- EL SABINAR DE HORNUEZ. Lo verdaderamente asombroso del espacio natural del Enebral -o sabinar- de Hornuez son la dimensiones de los árboles que encontramos en él. Mucho más si sabemos que, precisamente, la sabina es un árbol de "crecimiento lento". Osea, no más de 50 centímetros al año. En el entorno de Moral de Hornuez, y de la ermita de Nuestra Señora de Hornuez, a dos kilómetros de la localidad, se extiende uno de los sabinares más notables de la Península. Allí, en un paraje acondicionado con mesas y envuelto por el halo de varias leyendas, el sabinar ha perdurado lo suficiente como para que a muchas de sus sabinas haya que tomarle la medida de su tronco entre varias personas.
8- EL HAYEDO DE LA PEDROSA. Su interés no está en la extensión, apenas 87 hectáreas, si no en la proeza de haberse convertido en uno de los hayedos más meridionales de Europa. Y el único del Sistema Central. Es sabido que el hayedo, para prosperar como debe, gusta de umbrías, de humedad y suelos frescos, por eso el de la Pedrosa está como fuera de lugar, a lomos de la sierra de Ayllón, en el paso de La Quesera hacia Guadalajara. Aunque la visita al hayedo ya es suficiente excusa, las vistas de la llanada segoviana desde lo alto del puerto serían de por sí un reclamo más que suficiente.
9- LAS HOCES DEL RIAZA. Las hoces rubicundas que desmadeja el río Riaza entre el embalse de Linares y la localidad de Montejo de la Vega de la Serrezuela guardan un corazoncito tan achacoso que mueve a compasión sólo mirarlo. En un meandro privilegiado, abierto como una isla entre las angosturas del largo cañón terroso que labra el Riaza, se mal tienen en pie la espadaña y cuatro paredes de la ermita del Casuar. Este parque natural se puede recorrer, dependiendo de la época del año, de varias maneras, una de ellas, poco habitual, consiste en acercarse al Causar desde Valdevacas de Montejo. Tras alejarse unos metros del pueblo, la pista agrícola que en cinco kilómetros lleva hasta las ruinas, se divide en uve. El ramal de la izquierda, siempre en descenso, lleva por el fondo del barranco en cinco kilómetros hasta la confluir con el de Riaza.
El Manadero. Lugar donde nace el río Aguisejo. Grado del Pico. Comarca de Ayllón. Segovia. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego
10- EL RÍO AGUISEJO. El Aguisejo como río no es gran cosa pero cuenta entre su periplo vital cinco kilómetros que pueden dar mucho gusto a quien se anime a recorrerlos. Son los que median entre su nacimiento, en Grado del Pico, y Santibáñez de Ayllón. Cinco kilómetros que transcurren por un escondido barranco de fondo verde y fragoso que no admite desvíos ni a derecha ni a izquierda. El nacimiento es, propiamente, un ojo de aguas cristalinas que se localiza a 1,5 km de Grado del Pico, junto a la tapia del balneario La Senda de los Caracoles.
Así lo publicó EL NORTE DE CASTILLA