Siempre bordeando el mar caminamos a buen ritmo en estas primeras horas de una mañana fresca, bajo un cielo un tanto gris, mientras vamos descubriendo pequeñas calas escondidas en un tramo sin demasiadas dificultades.
Al final de una pequeña ensenada aparece la preciosa playa da Barda. Rodeada de monte, solitaria, es un anfiteatro natural lleno de encanto. Esta mañana tan sólo nosotras y una gaviota la habitamos, todo un lujo para los sentidos.
Tras un breve descanso reanudamos la marcha. Dejamos atrás la playa y disfrutamos de una senda que se va complicando por momentos. Subiendo y bajando, rodeadas (a veces engullidas) por una vegetación exuberante que no nos lo pone fácil, avanzamos despacito pero con buena letra.
Pequeños regalos que nos brinda la naturaleza a nuestro paso…
Mariposa saltacercas (Lasiommata megera)
Siguiendo en dirección al parque eólico de Corme, atravesamos una interesante zona donde abundan los petroglifos y curiosas formaciones rocosas.
Click to view slideshow. De camino a la aldea de O Roncudo, la belleza del paisaje nos tiene fascinadas.
Un alto en el camino para echar la vista atrás… ya llevamos un buen tramo recorrido de la etapa de hoy.
Llegamos a la pequeña aldea de O Roncudo sin una sola gota de agua en nuestras cantimploras. Gracias a la amabilidad de una de sus vecinas pudimos rellenarlas y departir con ella en animada charla. Otro breve descanso que nos sentó de maravilla.
Salimos de O Roncudo por las pistas de los eólicos. Dejando atrás el faro, abordamos los últimos kilómetros de esta exigente pero preciosa etapa.
Entramos por fin en Corme y nos dirigimos a la Playa de Osmo, final de recorrido por hoy. Un baño gratificante y una buena merienda mientras esperamos a que Enrique nos recoja para llevarnos a nuestro alojamiento en Ponteceso.
Playa de Osmo
Nuestro alojamiento en Ponteceso: Pensión Teyma, recomendable, excelente relación calidad/precio, amabilidad y buen servicio.
Y para cenar: restaurante Casa Eiroa, comida casera, rica y abundante.
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