Siempre he pensado que la elección del inglés como lengua de cultura y comunicación así como la creación de los innumerables Museos de Arte Contemporáneo son una de las muestras más evidentes del mal gusto estético, la carencia de ideas y vacío cultural de nuestra época.
Hoy, leyendo una crítica de Le Journal des Arts.fr del lunes 17.02.2014, descubro algo que, entre otras puede ser una causa de este descomunal y universal desvarío estético.
"Artiste rare, Peter Doig présente au Musée des beaux-arts de Montréal une très belle exposition centrée sur ses dix dernières années. Monter une exposition consacrée à Peter Doig relève du tour de force. L"artiste, en effet, produit très peu : moins d"une dizaine de toiles de grand format sont réalisées en général chaque année."
¿Son las exigencias de una producción a destajo una de las causas de la degradación del arte contemporáneo? ¿Se puede hablar de "muy poca producción" la de un artista que crea menos de diez telas de gran formato al año?
Estoy a mitad camino de demostrar que el arte neoclásico no es arte sino un movimiento estético y cultural promovido por la realeza borbónica para perpetuar la idea del poder absoluto.
He recorrido más o menos lo mismo para demostrar que el Renacimiento acabó con Leonardo da Vinci y que retomarlo es un de los grandes retos del arte y de la cultura si queremos finalizar esta travesía por el desierto que hacemos desde entonces.
Estoy también más o menos a la misma distancia de poder concluir que la abstracción fue primero en arte paleolítico. Y consecuentemente la relación entre el arte y la capacidad de abstracción o podríamos decir incluso matemático-musical.
Y con estas líneas doy comienzo a una nueva línea de investigación. Creo que ha llegado el momento de inciar una investigación en profundidad sobre la relación entre la vacuidad del arte contemporáneo, sus causas y el interés en promoverlo desde las altas instancias del poder de gobiernos e instituciones.