Hoy tomé como referencia el nombre del restaurante, éste provocó en mí una extraña sensación por descubrir qué manos estaban al otro lado de la Mesa, Niña de Papá se llama el local, donde esconde un Gigante con ganas de comerse el mundo, solo con su mirada ya transmite una personalidad muy especial, arropada por toda su familia que han invertido en este negocio, y es que no hay nada mejor que tener a los tuyos caminando hacía el éxito.
Ana Roldán (29años), lleva desde los 16 años de formación permanente y un montón de premios en sus manos, es un claro ejemplo de la joven cantera de TalentoChef que en estos momentos vive nuestro país, y es que aquellas semillas ya están dando sus frutos.
Sin pretensiones en sala, se refleja un fiel criterio de sencillez, ordenado y discreto que sin duda armoniza a sus creaciones. Saludé al chef antes de iniciar la experiencia y sabía que no me defraudaría, volveré sin dudarlo, tengo que seguir descubriendo sus poderes. Y tengo que decir que de niña na de na, es todo un Gigante.
La primera cerveza ya me sorprendió, tan solo hace tres días que han iniciado la distribución de la recién estrenada Mahou Maestra, la pido, y la tienen, empezamos bien, doble lúpulo.
Ensaladilla con tempura de langostinos, suave, esponjosa, crujiente langostino, que acompañamiento, seguido de nido de chanquetes con su huevo, descansa sobre un perfecto nido de patatas crujientes, maravilloso, chipirones rellenos de cefalópodo encebollados, fino, fino más, y por último el postre obligado, nos dejamos llevar por un profesional en sala, cremoso de tarta de queso denominación idiazabal con frutos rojos y galleta casera, cuando empiezas, no paras os lo aseguro, te dan ganas de comerte un cubo.
No me gusta hablar del precio, y no lo haré, me significaré por el termino de equilibrio, y éste es muy equilibrado, todo una experiencia de gastronomía sin pretensiones pero la registraras en el hipotálamo.
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