Vincent van Gogh, nacido en los Países Bajos el 30 de marzo de 1853, fue uno de los principales exponentes del posimpresionismo. Fue autor de más de 900 cuadros y 1600 dibujos, con su peculiar estilo colorista. Como sucede con muchos otros artistas, sólo fue reconocido tras su muerte, pero es considerado uno de los grandes maestros de la pintura. Van Gogh pintaba al pueblo llano, paisajes campestres y muchos retratos.
Fuente: Wikimedia Commons
Van Gogh era considerado una persona con un carácter inestable e inquieto, lo que significó sus idas y venidas por Europa, y que no conservase casi ningún trabajo. Fue en 1875, en París, cuando descubrió su pasión por el arte, al entrar en una exposición del pintor francés Jean-François Millet. Su primo Anton Mauve fue quien le inició en la pintura, y le enseñó a usar las acuarelas y óleos, técnicas que le harían famoso.
La vida de Van Gogh fue un cúmulo de infortunios y cambios. En sus primeros años, los desengaños amorosos y sus continuas discusiones familiares fueron los artífices de un tipo de pintura depresiva, centrada en la clase trabajadora. Más adelante, y tras volver de nuevo a Paris, y codearse con grandes pintores de la época, como Gauguin o Cézanne, Van Gogh comenzó a pintar cuadros más alegres y coloridos, como sus famosos paisajes campestres, y a interesarse por el arte japonés.
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A pesar de su talento, pronto se hicieron evidentes sus problemas mentales. En una disputa con Gauguin, llegó a automutilarse el lóbulo de la oreja. Van Gogh se recluyó voluntariamente en diferentes psiquiátricos, acosado por ataques de ira y terror. En 1890, mientras paseaba por un campo, se disparó a sí mismo en el pecho. Creyendo que la herida no era grave, fue hasta el hotel donde se alojaba y se dejó morir allí. Ese fue el final de uno de los más grandes pintores del siglo XIX, un hombre depresivo y desengañado, con un talento brillante.
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