Ruido, multitudes, tráfico, tacos, gorditas, quesadillas y frituras. Policías, militantes, seguridad privada y cámaras de vigilancia. Cientos de museos, iglesias, ruinas prehispánicas y sólo tres días para ponerme al día antes de salir a la carretera. Bienvenido a Ciudad de México.
No era mi intención conocer a fondo la ciudad y sé que ni le he rascado la superficie. Con sus diez millones de habitantes y múltiples barrios (algunos con visibles desigualdades sociales), se me hace demasiado grande como para ni intentarlo. Tenía suficiente en hacerle una cata mientras aprovechaba para visitar alguna amistad hecha durante los Juegos de Sochi de 2014.
La falta de iconos arquitectónicos claras (como podría ser la Tour Eiffel en Paris) tampoco facilita el trabajo, algo que por otro lado ya está bien.
Como la mayoría empecé por el centro histórico de la ciudad, entrando en la catedral, visitando los restos arqueológicos de los orígenes de la ciudad, y deteniéndose a algunas de las muchas paradas de tacos. El mejor pero, me esperaba un poco más allá:
Coge el metro!
(tres visitas a Ciudad de México para llegar en transporte público)
-Museo Nacional de Antropología y el Bosque de Chapultepec
(parada 'Chapultepec')
Es injusto dedicar sólo unas horas en el Museo Nacional de Antropología. Moderno y extenso, cuenta con importantes colecciones de arte y cultura mexicana. Destacan las salas dedicadas a las culturas prehispánicas y las diferentes etnias y regiones que ver en México. Si preguntas, te dirán orgullosos de que está entre los tres mejores museos de antropología del mundo (y muy probablemente tienen razón).
Pero sólo hay que cruzar la carretera al salir del museo para entrar en el bosque de Chapultepec, un pulmón verde dentro de la gran ciudad con zonas de recreo y lagos en los que alquilar barcas. También contiene el zoo de la ciudad, tal y como ocurre en Barcelona en la Ciutadella. Este pero es gratuito, aunque también más humilde. Es fácil imaginar familias enteras pasando el día en el bosque haciendo picnic lejos del tráfico de la ciudad.
-La Villa de la Basílica de Guadalupe
(parada 'La Villa-Basílica')
A medio camino entre Lourdes y el monasterio de Montserrat. La Villa es el centro de peregrinaje de media América Latina para visitar la Virgen de Guadalupe, patrona y 'reina' de México y también emperatriz de América. Según la leyenda la basílica está ubicada en el lugar de las diversas apariciones de la virgen en 1531, frente a un hombre de la zona llamado Juan Diego, proclamado Santo por Juan Pablo II en el año 2002.
Sea como sea, cada día multitudes se acercan a la basílica para rezar a la virgen. Casi todos los negocios de la zona están dedicados a los objetos religiosos y el recinto cuenta con diferentes capillas y servicios para los peregrinos. La afluencia es especialmente masiva alrededor del 12 de diciembre, día de la virgen, en que explican que toda la ciudad sufre para absorber el número de visitantes. El respeto y devoción que se tiene en México a la virgen de Guadalupe es poco menos que impresionante.
-El Barrio de 'La Condesa'
(parada 'Chilpancingo')
En claro contraste con el centro de la ciudad, este agradable barrio ofrece paseos y tranquilas calles y parques en los que caminar sin un rumbo claro. También lleno de cafés y restaurantes, pero el ritmo aquí es claramente más pausado.
Por la noche algunos luces de neón se encienden para mostrar el camino hacia los bares y las salas de fiesta. De hecho así es como voy a parar. Por aquellas casualidades de la vida mi primera visita a México coincidió con el primer concierto en el país del grupo Txarango.
Una oportunidad que no voy desaprovechar para charlar con catalanes que hace años que viven en la ciudad y, como no podía ser de otro modo, para saltar y bailar durante un buen rato con los fans mexicanos de la banda.