Jueves reflexivo: de relaciones rotas, recuerdos de una madre y cosillas que hacen ilusión
Hola a todos y bienvenidos un día más. Ya estamos a jueves, y además ya es diciembre, decididamente el tiempo vuela. Hoy vengo con el post reflexivo, estoy con una infusión calentita, con compañía gatuna y muchas ganas de escribir, así que sin más rollo, empezamos.
Mis lectores habituales sabéis que estos post reflexivos los escribo sobre la marcha, y claro, a veces me faltan las ideas, así que imagino que este post me saldrá en plan batiburrillo.
Desde que era muy joven me gusta leer las columnas del suplemento dominical y de algunos periódicos. No las leo todas, solo de los autores (más bien autoras) que me gustan. Y este domingo leí uno de Isabel Coixet (sabéis que me encanta) que me llamó la atención. Ella hablaba del museo más visitado de Zagreb, y que es muy denostado o desvirtuado, más bien, por los críticos y entendidos. No es un museo de arte propiamente dicho: no hay cuadros, esculturas, grabados, trajes ni nada parecido. Tampoco podemos decir que sea un museo de ciencia porque no hay huesos, ni rocas, plantas o fósiles. Es el museo de "Las relaciones rotas". La gente dona cosas que les recuerden a una relación que se ha roto. Y lo que se expone lo eligen guiados por la historia que cuentan. Y al leer algunas de las cosas que la gente dona me ha recordado a la adolescencia. Yo creo que todos, o al menos la mayoría, en aquella época guardábamos cosas de nuestros novios adolescentes, o del chico/a que nos gustaba, aunque no fuese correspondido. Guardábamos el frasco vacío de la colonia que usábamos en la primera cita, la entrada de cine o el papel de la chocolatina que habíamos compartido. Yo tenía flores metidas en libros o en mis diarios, algunas eran simples margaritas medio pisoteadas de un jardín, que me regalaban como si fuese una orquídea única en el mundo; y en aquellos momentos, para mí, lo era.
Con el tiempo la mayoría de esas cosas acaban en una caja y ni nos acordamos. Pero a alguien se le ocurrió recopilar todos esos objetos y contar historias a través de ellos. Y al leer el artículo he recordado esa época tan chula en la que guardábamos los papeles de chocolatina o las margaritas medio pisoteadas de un jardín. Y aunque apenas recordemos las caras de aquellos novios de instituto, aunque hayamos pasado página y ahora todos tengamos nuestras vidas más o menos felices, en el fondo de nuestras almas siempre sabremos que en una caja de cartón duermen flores secas y viejos papeles que pueden contar una historia.
Estos días también he leído columnas de la maravillosa Almudena Grandes. Se nos ha ido alguien irrepetible. Y entre sus artículos releí uno que no recordaba muy bien, en el que habla de la voz de su madre. Su madre cantaba un villancico muy concreto y poco conocido, y ese recuerdo prevalecía en ella por encima de las fotos y de muchos otros recuerdos. Cuando publicó ese artículo yo aún tenía a mi madre, y aunque recuerdo que me había gustado mucho, no llegué a empatizar como lo hice esta última vez. Ella lo explica muy bien. A veces hay algo que nos recuerda a nuestros seres queridos. Puede ser el olor d eun perfume, una imagen, una frase...Yo de mi madre tengo miles de cosas, pero hay algunas que recuerdo a menudo. Una de ellas es una frase de "El silencio de los corderos", esa en la que Hannibal dice que se codicia lo que vemos cada día. La usaba mucho y siempre encajaba. Y también la recuerdo cuando alguien habla de aprender, ella decía que quería aprender algo nuevo cada día, Y lo hacía. Y yo también lo intento. Puede ser una palabra nueva, una receta, un truco para perros o el título de una película.
Ya empiezo a perderme un poco, ya os lo dije. Así que para ir cerrando, y ya que va de mujeres, o autoras más bien, a las que admiro como Isabel Coixet o Almudena Grandes, se me ocurre compartir una chorradilla de esas que hacen ilusión.
Normalmente, los galardonados con le Premio Princesa de Asturias agradecen a la fundación el galardón, pero no suelen agradecer a la persona que los nominó. Este año vi un poco de la ceremonia, pues quería escuchar algunos discursos. Y cuando empezó a hablar Gloria Steinem, feminista y periodista, quiso agradecer a la persona que la había nominado. Y a mí me alegró el día, porque esa persona fue jurado de un certamen en el que participé hace ya mucho, y que tuve la fortuna de ganar. En la entrega de premios ella me dio algunos consejos muy buenos referentes a la escritura y a la igualdad, y es de esas personas que suman. Y que aportan. Y que la nombrara alguien de tanta relevancia y en un evento importante hace ilusión y me alegré infinitamente por ella.
Las otras fotos no guardan relación con el post pero esta sí, estoy con una escritora de mi ciudad y la persona mencionada que nominó a Gloria Steinem
Bueno, pues después de este mezclijo voy a parar. En breve me prepararé para el paseo mañanero y luego ya empezarán las carreras y lo que es el día a día.
Mil gracias por leerme y muy feliz día a todos. Nos vemos el sábado con el resumen semanal y algún especial.