Cuentan que hace mucho, mucho tiempo vivían en la región de Casuhati (vocablo con el que los pueblos prehispánicos conocían al Sistema de Ventana y significa "cerro alto") dos tribus de indios pampas que estaban enemistadas. A pesar de eso, porque no es la cabeza sino el corazón el que empuja los sentimientos, el hijo del cacique de una tribu y la hija del otro cacique se enamoraron. Imaginando las consecuencias que podría traerles ser descubiertos (el menor de los castigos hubiera sido no verse) mantenían su romance en secreto.
Durante un largo tiempo celebraron su amor andando entre los pajonales, recorriendo los arroyitos que nacen de lo más alto de los cerros y escuchando el cantar de las aves de las sierras, hasta que un día alguien se enteró de la situación y los delató con sus padres. Los caciques, sintiendo herido el honor de sus tribus, decidieron imponerles un castigo: les cortaron las plantas de los pies para que así no pudieran caminar y por lo tanto no volvieran a verse.
La loica, que por aquel entonces era toda oscura como la noche, observó todo desde lo alto de una falsa carda. Una vez que el joven malherido quedó sólo, bajó a tierra y de a poquito se fue acercando hasta llegar a él. Sin darse cuenta, la sangre que había quedado en la tierra dejó una mancha sobre su pecho, que puede verse hasta el día de hoy. Muy afligido el joven le relató su triste historia. Conmovida por todo lo que acababa de escuchar decidió ayudarlos.
Rápidamente emprendió vuelo hacia donde vivía la tribu de la amada y al encontrarla le reveló el plan de escape: esa misma noche, cuando la luna llena cubriera las sierras, escaparían y se reencontrarían en lo alto del Cerro Ceferino. Y así lo hicieron. A pesar del dolor que sentían en sus pies corrieron por el pastizal hasta llegar al sitio acordado (que nos es ni más ni menos que el Cerro del Amor) y luego de fundirse en un largo abrazo empezaron a caminar y se perdieron entre las sierras, dejando su rastro de sangre por donde pisaban.
Nunca nadie volvió a saber de ellos, pero al día siguiente de cada mancha que dejaron en la tierra brotó una flor de un color rojo profundo, que nos recuerdan ésta historia del amor entre éstos dos jóvenes que dejaron todo por volver a estar juntos.
Verbena punzó (Glandularia peruviana)