En la antigüedad, las ciudades griegas fundaron sus instituciones basándose en la participación del cuerpo cívico en el gobierno. El acceso a la ciudadanía significaba un privilegio con el que se nacía, y de este resultaban excluidos esclavos, mujeres y extranjeros, ya que estaba limitado por cánones de fortuna.
Todas las ciudades, excepto cuando el gobierno era una tiranía, tenían una asamblea de ciudadanos, uno o varios consejos permanentes de funcionamiento colegiado y magistrados nombrados por un período determinado que estaban sometidos al control de sus conciudadanos.
En todos lados, cuando se debían tomar decisiones estas podían ser sometidas a un debate; por eso se le daba muchísima importancia a los oradores formados por los filósofos en el arte de la retórica. Fue en Atenas, ciudad cuyas instituciones eran las más conocidas, donde el régimen parece haber sido más democrático.
En el siglo V, la condición de ciudadano dejó de depender de la riqueza;incluso se entregaba una contribución para facilitar la preparación delos pobres a la ecclesia (asamblea) que votaba las leyes, hecho que no complacía a oligarcas como Platón, que impugnaban la competencia política del pueblo.
Los cargos de rotación anual eran elegidos por sorteo. Solo las magistraturas que requerían de una capacidad particular, como la estrategia, y aquellas para las que se necesitaba una gran fortuna, como la liturgia, se eximían de la elección y eran privativas de una minoría. Así, Pericles, reelegido en numerosas ocasiones como estratega, pertenecía a un linaje ilustre.
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Grecia I: quince siglos de hostilidad
Grecia III: La religición factor de cohesión
Este texto es un fragmento del libro Mil obras para descubrir el arte de Larousse Editorial. Si te interesa este contenido, tienes más información sobre la historia, la cultura y el arte de las grandes civilizaciones aquí: Larousse.es