Recuerdo mis tiempos de colegio cuando los libros de Gabo, así llamamos los colombianos al escritor Gabriel García Márquez, quienes nos sentimos orgullosos de el. Los libros de este hombre Gabriel García Márquez eran de lectura obligatoria y me resultaban “tediosos”, por considerarlos demasiado costeños, salinos, y lejanos.
Durante mis estudios universitarios no los extrañé, aunque una conciencia literaria que recién se formaba en mí, me decía que nadie debería conocer tan bien la obra de un premio nobel como los habitantes de su país.
Sin embargo, no fue hasta una tarde de vacaciones en Alicante, varios años después, cuando al pasar por una afamada librería, decidí comprar, voluntariamente, mi primer libro garcia marquiano, que además era la revelación del mes: “Vivir para contarla”.
Se trataba de la primera parte de su biografía de Gabriel García Márquez, la cual leí de principio a fin absolutamente atenta. Estaba asombrada de que aquel escritor desconocido hipnotizara mis sentidos, produciéndome tantas carcajadas que mis compañeros de residencia, pues en aquel tiempo trabajaba de asistente de enseñanza de lengua castellana en un colegio inglés y vivía con varios colegas europeos, con frecuencia se me acercaban para que compartiera la razón de mis sobresaltos.
No sé si el hecho de vivir en un país extranjero y no hablar español sino en las llamadas telefónicas a casa y sentirme tan lejos de mi gente y mi cultura, influyó para que aquella lectura fuera tan maravillosa y evocadora; pero de lo que sí estoy segura es de que leyéndolo esa temporada me enamoré de su estilo único e inconfundible, que en lugar de tedioso, costeño y lejano, me parecía cada vez más colombiano, cercano a mi realidad y entretenido, en tanto que me metía en problemas cuando intentaba traducir a mis amigos expresiones como “más malo que jabón en bolita”, “la Colombia macondiana” o "realismo mágico".
Por lo tanto hoy celebro sus fructuosos ochenta y cinco años y con ellos los sesenta de su primer cuento La tercera resignación, los cuarenta y cinco de la publicación de Cien años de soledad, los treinta de su premio nobel y los diez de una autobiografía que me lo dio a conocer y a amar.
¡Feliz cumpleaños Gabo!