Hace poco tuve una conversación con mi amigo Luís. Acababa de llegar de uno de los retiros espirituales que suele hacer a lo largo del año.
En la residencia donde hacen sus meditaciones y sus talleres, la comida que sirven es vegetariana. A él no es que le emocione demasiado, pero comprende que va en concordancia con la paz y espiritualidad del lugar.
“Me paso todo el fin de semana con unos gases” me comenta apurado.
“Tengo que darme unos paseos por el jardín para aliviarme antes de meterme en la habitación con cuatro personas más.” “Como comprenderás, no es plan, ….”
Yo lo miro divertida y le comento que es normal, no está muy acostumbrado a tanta fibra.
“La comida está bien en general. Pero,… nos ponen unas hamburguesas de patata y yo me pregunto, ¿no nos pueden hacer una tortilla de patata sin más?”
“También nos dan a veces crema de lentejas. Con lo rico que está un plato de lentejas, nos lo dan en puré.”
“De entrante en la mesa, para compartir, nos ponen Hummus con esos palitos de verduras crudas. Que digo yo…. esto con unas tostaditas estaría mucho mejor ¿No?” “La verdad,…. es lo que no entiendo de la comida vegetariana.”
A mí me deja pensativa un rato. Lo entiendo perfectamente, … es lo que mucha gente supone y piensa de la alimentación vegetariana.
Platos con ingredientes desconocidos, semillas extrañas, nombres rocambolescos, … chips, dips, toppings, noodles, crudites, …. y un sinfín de términos que a nosotros también se nos escapan.
En mi caso, mi cocina y forma de cocinar son de lo más casera y sencilla posible. El día a día de una mujer, con su trabajo, colegios, prisas, … No tengo el perfil de una vegetariana moderna y sofisticada.
A los chips, los llamamos raspaduras.
A los toppings, lo que le pones por encima a la comida.
A los noodles, los llamamos fideos.
Y a los crudites, pues palitos de verduras crudos.
En alguna ocasión le he ofrecido algún palito de zanahoria a mi hija, pero si le ofrezco apio, o un esparrago crudo,… seguro que me lo tira a la cabeza.
A lo largo de mi vida, he conocido a muchos vegetarianos,… pero el que más admiración me provoca es un señor de mi pueblo fallecido hace unos años.
Recuerdo que era ya un octogenario, cuando pasaba por mi calle rápido y enérgico, con prisas por llegar tarde a misa, a ver el fútbol o a echar la partida de dominó en el casino del pueblo. Bajo de estatura, pulcro, sencillo, siempre ágil y sonriente.
Me pregunto,… ¿usaría él también el término crudites?
En un lugar de Bilbao
Si puedes imaginarlo, puedes conseguirlo;
si puedes soñarlo, puedes serlo.
William Arthur Ward
.