Cajas, cajones y tesoros ocultos

Me encantan los cajones, en realidad me gustan las cajas, los muebles con muchos cajones, los bolsos con compartimentos, los monederos bien servidos de apartadillos. Desde pequeñita., desde pequeñita en edad, por que de tamaño a lo alto no han mucha distancia de un polo a otro polo. Me fascina la enorme capacidad que poseo de atesorar pequeñas cosas inútiles en pequeños espacios, olvidarlas y al cabo del tiempo ir reencontrando mis apreciados tesoros inútiles, pero muy queridos en diversos sitios. Qué emoción reencontrarme al cabo de años, al recolocar trastos después de una mudanza de un trozo de metal, era lo que permitía entreabrir o cerrar el triángulo de cristal que poseía mi primer coche en la ventanilla del conductor. Al cojerlo en mis manos me vino a la mente sus anchos asientos forrados de pana de fino entramado de color marrón oscuro. Su enorme volante, ese volante que movía unas ruedas que se pegaban al suelo cuando hacía calor y estaba mucho tiempo aparcado. Esa dirección no asistida más que por los improperios que lanzaba yo presa de sudores mientras me colgaba del volante inamovible. Me vino también esa sensación terrible de los primeros paseos sola recién sacado el carnet de conducir con un coche mucho más grande que con el que aprendí. Con mi L toda chula en la parte trasera que tardé en quitarla no el año obligatorio, no, tardé en quitarla DOS años., me acostumbré a ella, era equiparable a las pegatinas que se ponen ahora en los coches. En una ocasión además me vino genial para que me ayudaran unos amables policías motorizados- Cuando yo tenía un trabajo normal las compañeras mas allegadas solíamos celebrar los cumpleaños yéndonos de parranda juntas, nos repartíamos en los coches. En esta ocasión en mi coche íbamos completitas, cinco contando conmigo, nuestro destino era la bolera que había en Chamartín. El gran problema es que no tengo sentido de la orientación desarrollado adecuadamente así que todas teníamos claro que íbamos a ser las últimas en llegar, no importaba mucho por que la cumpleañera venía en el coche. Cinco chicas armando jarana dentro del coche, la que más tenía era 21 años, risotadas, cotilleos, vaciles a derecha e izquierda, lo peor para una conductora que no sabía muy bien cuál era el camino. Llegamos a la Plaza Castilla, cuando la plaza era reconocible y…… empiezan las vueltas a la plaza por no saber muy bien en que punto tenía que desviarme. Mis acompañantes ahora, ahora vete a la derecha, por esa calle…. ¡ vaya te has pasado la calle! Bueno no importa da otra vuelta a la plaza. Ahora, ahora, ahoraaaaaaaa, bueno no te ha dejado girar, da otra vuelta….. ¡Que gires ***!.... A la cuatrocientas vueltas alrededor de la plaza nos aparecen dos policías en moto, aún hoy al cabo de 26 años me pregunto si alguien les avisó o estaban escondidos mirándonos y riendo… Me hacen la señal de que pare, yo me paro, más que nada por que mis piernas tenían vida propia y no atinaba a ningún pedal del susto. Pongo mis carita más inocente, empalidezco aún más y hago ademán de puchero, mis compañeras todas seriecitas, calladitas y tomando medidas de los señores policías que eran jóvenes a ver si eran macizos o del montón. Bien, me preguntan si me sucede algo y yo en medio de pucheritos les intento explicar que no sé por donde ir a la bolera y que por eso estoy dando vueltas a la plaza a ver si me oriento. Se ponen serios, yo ya con lagrimones pensando en que me van a soplar una multa grande yyyyyyyy ¡!!!!Empiezan a echarle una bronca a la chica que iba de copiloto bien grande!!!! Clarooooo pobrecita, recién sacada el carnet y no la indicas bien, que vergüenza, es que no tienes la habilidad de indicarla correctamente, si no sabes ¿por qué vas de copiloto?, haber dejado el sitio a alguna de tus compañeras. Si es que, que poca cabeza… Yo muerta, se me quitaron los pucheros del susto, y empecé con los pucheros atragantándome de la risa que me estaba dando. Las chicas de la parte trasera calladas, como invisibles. Cuando se cansó de regañar a la copilota, me dicen que no me preocupe que nos van a guiar ellos hasta la mismísima puerta del garaje de la bolera. Y así fue, dos amabilísimos motoristas con lucecitas nos guiaron sanas y salvas a la bolera. He de decir que yo llevaba con el carnet en esa época mas de un año, y estaba pensando en quitar la L. La dejé puesta unos meses más… Creo que voy a ve en que maravilloso caja con sorpresas de otros tiempos la tengo guardada.