Cuando Victor Hugo creó al Joker (sí, el de Batman)

No hace mucho, disfrutaba de Iker Jiménez en su programa Cuarto Milenio, del que soy fan, en el que hablaron sobre un tema bastante escabroso: lo llamaron los compra chicos.



Esta banda itinerante del siglo XVII compraba niños a familias humildes de Europa para deformarlos desde temprana edad, moldeándolos a antojo: les practicaba cortes quirúrgicos esculpiendo en la carne de los niños deformaciones, les cosían piernas (fue famosa la niña sirena, a la que unieron sus dos piernas y deformaron sus pies), transformándolos en monstruos, payasos y bufones, algunos incluso eran introducidos en barriles donde se limitaba su desarrollo y su cuerpo adquiría así la forma del envase, para finalizar, se actuaba sobre la mente, era importante de que el niño no adquiriera la conciencia de lo que sucedía realmente y así borrar recuerdos que no fuesen de la doctrina "de hacer reír", bufones, para que su futuro amo en las cortes de la época se divirtiera sin parar.

Y como siempre, cada vez que me intereso por algo, los libros tienen información y respuestas curiosas a preguntas pertinentes. En este caso, la respuesta es “EL JOKER”, pero vuelvo sobre mis pasos anteriores. En el mencionado especial de Cuarto Milenio, nombraron a una persona que nos tiene que sonar: Victor Hugo. Según escuché, su libro El hombre que ríe, trata el tema de los compra chicos. Hugo quería escribir una trilogía: un libro sobre la aristocracia, otro sobre la monarquía y el último de la revolución. El hombre que ríe es el libro que trata de la aristocracia, (El Noventa y Tres de la revolución, y desgraciadamente, el último no llegó a ser escrito al fallecer el autor falleció antes de escribir el tercer libro).

El título de la obra resume la obra en su totalidad, puesto que Gwynplaine (el personaje principal) ríe con una risa forzada, aunque es feliz, y su risa es utilizada como clamor contra los ricos. Pero Hugo no centra su atención sólo en las clases bajas, sino que también describe los movimientos, las artimañas, las conspiraciones y las envidias de la clase alta, de la corte inglesa. El autor además da mil y un detalles sobre la historia de cada familia, de leyes, de edificios, de instituciones, y de cualquier cosa que tenga relación, e incluye sus opiniones políticas e ideales mediante grandes discursos. Quizá esto pueda resultar plomizo según el lector.



Por supuesto, la novela ha sido llevada a la gran pantalla, una película muda del mismo nombre en 1928 protagonizada por Conrad Veidt. Y he aquí la respuesta a la pregunta que me realicé tiempo atrás: ¿Qué demente ideó a uno de mis villanos favoritos cinematográficos, ese que se pinta la cara y con sonrisa burlona se enfrenta al hombre murciélago? (por si no sabéis a quién me refiero, es BATMAN XD ). El éxito de la cinta fue tal, que las fotografías del personaje de Gwynplaine inspiraron a los dibujantes de cómics Jerry Robinson y Bob Kane para crear la apariencia física del Joker.

Pues parece que el hombre que ríe, más que una novela de cerdos emprendedores y mercaderes de la carne tiene muchos más tintes políticos de los que podía esperar. Intentaré leerla, y si no me convence, siempre podré tirar de DVDs y disfrutar con Jack Nicholson. Otra gran sonrisa.

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