El trabajo que me da de comer me mantiene 12 horas fuera de casa, de las cuales 3 son para comer, dedicarme al blog y a leer; creedme, a veces llego a casa y lo último que se me ocurre es abrir un libro.
Hacer una buena reseña del blog no es solo el rato de sentarme a WordPress y volcar en el teclado la sinopsis y 4 líneas de percepción general. Tranquilamente puede tenerme una hora ocupada, entre buscar una imagen de portada con buena calidad, transcribir mis notas, hacer alguna consulta o revisar los enlaces de la reseña (editorial, otro contenido de mi blog, etc). Probablemente no os esté contando nada nuevo, pero está bien sentarse a poner en contexto todo este asunto.
Mucha gente cree que hacemos un blog de reseñas “para tener libros gratis”. Probablemente podría tener mucho más morro y pedir más libros, pero creedme: compro el 80% de los libros que reseño. Puedo contar con los dedos de una mano las editoriales que colaboran conmigo porque han sido ellos los que me han venido a buscar: Alethe, Gigamesh, Les Editorial y Transbordador. Algunos autores también han querido que yo les reseñase, y han sido ellos los que han pedido a su editorial que me manden un ejemplar, como el caso de Mariela González con Héroes de Papel. Y creedme, si alguna vez he tenido que pedir yo alguna cosa, me da vergüenza Cerbero por ejemplo siempre ha estado dispuesta a colaborar cuando le hemos pedido algún favor (os recuerdo que el podcast de Alicia Pérez nos adelantaron Sombra antes de su lanzamiento, por ejemplo) Y revistas como Supersonic, Tantrum o Windumanoth también se han prestado, cuando se les ha pedido, a cedernos ejemplares para un programa en concreto del podcast que saldrá la semana que viene.
Por una parte, esto me permite total libertad en la elección de mi lista de lecturas. Creedme, si tuviera que leer al ritmo de las novedades que van saliendo, tendría que dejar de trabajar para poder ir al día. Y además siento que tengo total libertad en mis reseñas. No quiero decir que no la tengamos cuando nos envían los libros, pero si me compro un libro y me parece una castaña que no me apetece ni reseñar, se va al Wallapop y no me molesto más. Pero si te lo han mandado, como es normal esperan una reseña a cambio y para mí sería un quebradero de cabeza. Y eso, no se hace por “unos libros gratis”. Se hace porque te apasiona la lectura, difundir libros que me parecen interesantes (o que no, y creo que también se tiene que saber). Me permito ser una hater, como me llama Miriam cariñosamente, porque si algo de un libro no me gusta no lo disfrazo con un “no te dejará indiferente” o con una puntuación alta en Goodreads. Puede que el siguiente libro que compre de esa editorial me encante, o puede que no, pero será mi elección y mi ritmo de lectura.
Lo de twitter ya es otro asunto. Reconozco que antes me mosqueaba subir una foto de mi gata haciendo el bonico al sol y recibir cientos de interacciones, y en cambio subir una reseña currada y tener sonidos de grillos por respuesta. Con el tiempo, las cosas se han equilibrado (y evidentemente mis gatos dominarán el mundo, eso no tiene ya remedio) y además, vamos a poner las cartas sobre la mesa: twitter me ha permitido exponer mi blog y a mi persona en maneras que no creía posibles. Conocer al club de lectura en Chronos (Y ahora en Font de mimir) hacer presentaciones de libros, el podcast, ir al Celsius o a la Hispacon y que la gente me reconociera me daba PAVOR porque socialmente se me da muy bien disimular pero a veces tengo algo de pánico escénico.
Así que, creedme. Cuando empecé el blog en 2013 (aunque al principio era mucho más “de andar por casa“) no esperaba “leer gratis”. Que me gustaría ganarme la vida con todo esto? Es evidente que sí, pero los únicos pájaros en la cabeza que me permito son los que me permiten crecer en este mundillo, y hacer crecer a los que me rodean aunque sea leyéndoles y compartiendo sus escritos con el resto de mis seguidores. Eso no tiene precio.
Y los abrazos en el Celsius tampoco!