¡Corre mujer, corre...!


Lunes, miércoles y viernes serán, en principio, los días para la fatiga. Y no pienses que es porque viajarás en tren hacia el trabajo. Sino que al fin te animaste a empezar con la rutina de gimnasia que tantas veces postergaste por motivos sin sentido.

¡Esta vez te decidiste y encarás una nueva vida!

¡Guauuu… Si hasta suena  a que te mudas a Venecia a vivir como una botinera  primermundista!

Pero no. Comenzás a pensar en vos. A dedicarte tiempo y cuidarte.

¿Cuándo suele pasar eso?

¿En el momento de separarnos? Puede ser.

¿Al sentir envejecer? También podría ser el caso.

¿Cuándo engordamos como chancho después del primer hijo? ¿O por causa de los anticonceptivos que te ayudaron a abrir, sin culpa, la boca además de tus piernas?

El cambio es sinónimo de crisis y viceversa. Implica dejar lo habitualmente conocido por lo vacilantemente novedoso. Es crecer. Animarse a más.

Entonces, después de haber pasado por la peluquería, el shopping y obviamente la tienda de ropa deportiva ya estás lista para recibir el deporte en tu vida.

Y hago esta aclaración porque, obviamente, nosotras NO podemos hacer gimnasia sin las calzas en combinación con el equipo de remerita + bincha & guantes si hacés spinning. Antes muerta que sencilla ¿no? Y el gimnasio es lugar de exposición muscular por doquier…

Si empezás es un logro, pero mayor aún es permanecer. ¿Y cuándo hay que recordar esta frase? Justo en el instante en que vayas corriendo por el primer kilómetro y sientas que estás arriba de arenas movedizas y la sed te atropelle hasta dejarte sin aliento. Ahí, justo ahí, cuando querés mandar a la mierda a tu nueva y sana manera de ver la vida, es el momento en el que debes continuar SÓLO y TOTALMENTE por vos. El pensar que un plantel entero de fútbol te está esperando te puede ayudar a seguir en carrera (Sic!)

Puede que poco parezca mucho, sí... lo sé. Pero por algo hay que empezar. Correr 5K en una maratón es el prólogo de una de 15K ¿No te parece?

Y aunque tilden tu entrenamiento de "paseo pobre" pensá que tu consecuente permanencia beneficiará tu mente y cuerpo en iguales porcentajes, más allá de cualquier comentario.

Y cuando vayas corriendo por las calles o en la cinta del gimnasio y te miren con cara de ¿y esta de que se la da? seguro te reirás por dentro pensando que ahora el que "pasea pobremente" es quién te mira de afuera en inacción.

¡Comenzar es sumar y sumar es confiar: suerte en este camino, nos vemos el viernes en la clase! ¿No vas a faltar, verdad?

Fuente: este post proviene de Blog de Cintiapa, donde puedes consultar el contenido original.
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