En estos tiempos que vivimos, el uso de las redes sociales se ha vuelto algo tan natural como respirar. Todo el mundo usa las redes sociales, y muchos cuentan su vida paso a paso con pelos y señales, dando muchas veces muchos más datos de los que se imaginan.
Todo depende del uso que hagamos de ellas, porque dependiendo de cómo las manejemos pueden convertirse en una traba o en una clara ventaja a nuestro favor. Si en una relación de pareja hay cierta desconfianza, muchas veces en vez de controlar los celos y dialogar, se tiende a investigar los perfiles sociales con lupa (igual que hacen las empresas antes de contratar a alguien).
Una buena reflexión a tiempo nos puede ahorrar muchos disgustos, y si hay desconfianza, deberíamos pensar en cuál es el motivo real de esto, en vez de convertirnos en detectives.
Las nuevas tecnologías han cambiado de forma radical la forma que tenemos de conocer a otras personas y de relacionarnos con ellas.
Lo que conocemos de las personas a través de sus perfiles no tiene porqué ser real. Es lo que quieren que veamos. Las vidas digitales siempre son felices y envidiables, pero no sabemos hasta que punto todo lo que vemos es verdad.
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