Estas preguntas me trasladan a épocas pasadas, donde la aventura era una rutina y el dinero brillaba por su ausencia para hacer un Camino aún sin domesticar.
¿Hacer el #CaminodeSantiago sin dinero? Sí, es posible. Nosotros te lo contamos #TheWay #WTSBlog
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Y sin embargo, hoy en día ¿tiene sentido lanzarse a la aventura del Camino de Santiago con una mano atrás y otra adelante?
Doy por entendido que cualquier peregrino que se encuentre en semejante postura con sus manos, no tiene siquiera una triste prenda que vestir, causa por la cual necesita de sus palmas para tapar sus partes más íntimas.
Tanto si eres un desheredado sin raíces, o sinvergüenza de escaso escrúpulo, quizá viajero sin recursos o sencillamente un peregrino queriendo probar la caridad humana hasta las últimas consecuencias, éste es sin duda tu post.
Mi experiencia me dice que sí es posible
Puestos a dar voz a mi experiencia vital sobre el Camino de Santiago, me gustaría compartir contigo anécdotas pasadas que me inducen a creer que el Camino puede hacerse sin dinero.
Sobre las rutas más convenientes
A nadie se le ocurriría intentar el Camino del Norte, también conocido como Camino de la Costa, en plena temporada alta vacacional y con un más que reducido presupuesto.
Bueno, haciendo honor a la verdad, a nadie y a mí.
Te cuento mi experiencia del año pasado:
Veníamos desde la turística población cántabra de Noja, sin apenas tocar costa durante demasiadas horas.
Cuando el calor de agosto más pegaba y el asfalto recalentaba las suelas de nuestras botas, apareció una senda que se dirigía recta hacia el mismísimo abismo.
Hipnotizados por el rumor de un mar que no veíamos, anduvimos unos cientos de metros hasta el borde de lo que resultó ser un acantilado.
Se trataba de la bellísima playa de la Media Luna, un espacio natural único en el Camino del Norte.
Cala de la Media Luna en Langre
Sólo por él merecía la pena todo este viaje.
Un buen lugar para quedarnos pensamos en aquel momento, mientras oteábamos el horizonte en busca de un sitio donde pernoctar en la población de Langre.
Langre es un pueblo muy cuidado al borde del precipicio.
Sus casas reflejaban el mimo de sus habitantes sobre sus inmaculadas fachadas.
No faltó alguna que otra posada cántabra, eso sí atestadas por un turismo sabio y sabedor de la belleza de estas costas.
En éstas andábamos cuando apareció un posadero amante del Camino de Santiago.
Tras intercambiar sendas opiniones sobre el Camino Lebaniego, sonriente nos ofreció una habitación con baño independiente y una cocina comunitaria en un aledaño, a cambio de la ¡voluntad!
Milagros en temporada alta haberlos haylos, pero yo no los perseguiría con asiduidad, si no quieres quedarte bajo el manto de las estrellas en el mejor de los casos.
Moraleja peregrina: Busca caminos alternativos a los más transitados, donde el paisano aún se muestra sorprendido por la presencia de estos personajillos con mochilas.
Mi favorito es el Camino de Invierno desde Ponferrada siguiendo el cauce encajonado del río Sil.
Cañones del Sil
Sobre el transporte más barato del mundo
Se denomina un buen par de botas de senderismo y tiene la fuerza motriz de un par de piernas.
Una vez hecha la inversión inicial, el coste de mantenimiento y combustible es asequible.
En contra tiene la velocidad.
A favor esa misma velocidad que te permite recrearte en los numerosísimos detalles del Camino de Santiago.
Si vives demasiado lejos del punto de partida elegido, no te queda otra que tirar de dedo o de las tres efes en inglés (friends, family or fools – amigos, familia o tontos).
Llegados a este punto, tengo que advertirte que los primeros peregrinos partían desde la misma puerta de su casa andando, y así regresaban al mismo lugar de partida.
Moraleja peregrina: Si el tiempo no es problema para ti, no hace falta que te vayas muy lejos para empezar tu Camino de Santiago.
Sobre comidas y otras viandas contra el vacío en el estómago
Una vez elegida una ruta poco concurrida incluso para los propios paisanos, las puertas de la generosidad se abren para el peregrino.
No te saldrá gratis esta vez, te espera un gratificante trueque: tu tiempo a cambio de comida. ¿Hay trato?
Recuerdo al hilo de esta cuestión, un encuentro que tuve en un cruce de caminos en El Ermidón:
Sobre el alto del Ermidón de nuevo el río Sil nos regalaba sus mejores vistas.
Dura ascensión por el calor y también por el rodeo que nos regaló un parroquiano al que debimos entender muy mal su atajo.
Ya muy arriba nos encontramos con una aldea casi derruida, solitaria, muy castigada por el tiempo.
Casa en El Ermidón, Camino de Invierno
Nos ofreció su vino, uvas, pan y queso a cambio de escuchar su interesante historia. Mejor trato ¡imposible!
Resulta que la citada casona fue otrora una posada de peregrinos y viajeros de la diligencia.
Un privilegiado cruce entre el Camino Real y el Camino de Santiago, donde unos y otros compartían mesas y viandas.
Moraleja peregrina: Cada lugar que pisas en el Camino tiene una interesante historia que contar, y ésta es totalmente gratis.
Sobre los lugares donde cuidar sueño y descanso
Quizá uno de los alicientes del Camino sea la incertidumbre sobre dónde dormirás tras la etapa del día.
Hay peregrinos que no soportan esta vacilación y reservan su cama.
Asegurar el descansa no es baladí.
Otros en cambio, persiguen este suspense para aumentar su dosis de aventura y adrenalina diaria.
Como hemos visto existen albergues en el Camino donde la voluntad es el precio, más allá de los albergues públicos fuera de Galicia casi siempre abarrotados en épocas vacacionales.
Aún así, recuerdo no hace mucho tiempo, la noche en que dormí en unas caballerizas de Olveiroa camino de Finisterre:
Albergue de Olveiroa, Camino a Finisterre
Fue de los primeros caminos que realicé y todos los de aquel grupo pecamos de excesivo peso en la mochila.
El castigo tras 33 kilómetros era muy generoso.
Los últimos metros hasta al albergue fueron agónicos.
Para colmo de males, nuestro castigó dilató el tiempo de andadura, llegando los últimos a la cola del albergue.
“Sin plaza” fue la frase lapidaria que acabó por enterrarnos en nuestro propio sudor y polvo del camino.
Nos hicimos a un lado, recostados sobre una pared a la fresca sombra, mirando arriba hacia el sol entre las hojas de una higuera seca de frutos.
Y entonces apareció ella.
Nos saludó con un gesto y una sonrisa.
¡Había techo y cama vestida para los últimos peregrinos del día!
La habitación de los jinetes sobre las mismas caballerizas nos pareció el mejor de los albergues de toda la historia del Camino de Santiago.
Aquel día fuimos caballeros andantes sin un Rocinante a quien montar.
Moraleja peregrina: Cuando todo parece ir en contra, siempre espera lo mejor del Camino.
Conclusión
Mi primera conclusión se encuentra ahí afuera.
El espíritu peregrino fluye por un montón de gentes que jamás hizo el Camino de Santiago.
Tu compañía a veces es la mejor moneda de cambio en aquellos lugares alejados del bullicio turista.
Existen alojamientos para peregrinos donde la voluntad es la moneda de cambio válida.
Por poner un ejemplo en pleno Camino del Norte, yo citaría la Cabaña del Abuelo Peuto en Güemes.
Tus botas son el transporte más adecuado para disfrutar del Camino de Santiago.
Y siempre se puede salir andando desde el mismo umbral de la puerta de tu casa.
En el Camino nunca falta una fuente a tiempo cuando la sed apreta hasta secar desde la garganta a los pies.
Tampoco falta en ningún albergue, un viajero cuya cazuela no fuera lo suficientemente grande como para no meter dos cucharas.
Y si todo falla, aún te quedará dormir bajo el tejado del Camino de las Estrellas.
¡Buen Camino peregrinos!