La adolescente recibe una orden por parte de su familia: cruzar el bosque y llevarle pan y leche a la abuela. El bosque representa el peligro, la zona de riesgo para la adolescencia y la prueba para superar, como un rito de paso para una comunidad en donde se demuestra que los niños han dado el paso al mundo de los adultos.
La joven Caperucita Roja supera la prueba del bosque y la amenaza del lobo, y llega a casa de la abuela, donde la encuentra en la cama, enferma. La anciana le indica que deje la leche y el pan, y que coma la carne que está en la cocina, preparada, esperándola. Una vez saciada su hambre, Caperucita cumple la segunda indicación de su abuelita: sacarse una a una las prendas de vestir y quemarlas en el fuego, para después acostarse junto a su abuela en la cama.
Sin pensar en lo extraño del pedido, Caperucita se está por acostar cuando descubre que su abuela en realidad es el lobo, y se está riendo a carcajadas. La carne que se acaba de comer es la de su abuela, y Caperucita ha cometido el terrible pecado del canibalismo. Minutos después, el lobo devora a la joven.
¿Y qué simboliza este cuento tan tenebroso, donde no hay un leñador que salve a la joven? El lobo representa el mundo violento e irracional, la lujuria y el sexo. La abuela devorada por la joven es un reflejo de la sociedad donde lo viejo es reemplazado, y el canibalismo sirve como un ejemplo de los errores que los jóvenes pueden cometer en su inocencia y en su creencia de que pueden llevarse al mundo por delante.