Sigue oliendo a poesía, no sólo a muerte y pena. Está posada en los alfeizares mirando hacia dentro. No para demasiado, deja su marca en los cristales y se lanza al vacío. Duelen los labios mordidos de besos y los labios secos por su ausencia. Tristeza en días de lluvia.
El destino es caer, caer, caer y levantarse de nuevo.
--Mayo--
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