No tan querido tú, mil nombres y cien y una caras,
Rondan muchas cosas por mi cabeza que necesito decirte. Aunque nunca vayas a leer cada una de las siguientes palabras, son todas y cada una para ti, desde lo más profundo y con toda la rabia y fastidio que me produces.
Este es el último protagonismo que te concederé en nuestras vidas. A partir de ahora serás sólo un chiste con el que romper a reír, un lejano recuerdo que sólo nos provocará sorpresa, sorpresa por lo que pueden llegar a cambiar las cosas, por lo efímeros que se vuelven los sentimientos que antes nos hacían pensar que serías tú con quien compartiría todo hasta miraros las arrugas.
Puedo decirte con completa seguridad que eres la piedra más jodida y puñetera con la que ha tropezado. Que ojalá alguna otra tonta te hubiera dado una inconsciente y ridícula patadita para alejarte de su camino. Una chica de esas a las que les basta con una cara bonita y que luce a su chico como si de un par de zapatos se tratara. Una de esas rubias muñecas de porcelana que no saben ni abrir el periódico. Una de esas a las que lo único que les preocupa es qué ponerse por las mañanas para que todo el mundo se giré al verla pasar.
Como me ha ocurrido probablemente a mi, no sé que narices vio en un "tontolaba" como tú. No sé que clase de teatrillo interpretaste para que durante algún tiempo la hicieras reír y llegará a pensar que tenías una conversación interesante o que eras el hombre de su vida. ¡Pero si te asoma serrín por las orejas!
Desde que la partiste en dos, le fuiste infiel, la dejaste por otra, decidiste que ya no sentías lo suficiente o preferiste apostar por tu ego y entregarte en cuerpo y alma al país de nunca jamás... Lo que sea. Intento convencerla de que se merece, no algo mejor, si no algo o alguien completamente diferente. No nos engañemos: tú no la hacías feliz, no la llenabas, no la cuidabas, y lo peor: ni siquiera lo intentabas. Eres tú, siempre y solamente tú, esa es tu relación más duradera.
Le has robado la ilusión y por tu culpa ya no cree que pueda vivir sin ti (sí, ella también es muy tonta), no confía en ningún tipo, ni tiene ganas por mostrar su cara más alegre, bonita y pasional porque le arrebataste su "yo" más enérgico. La dejaste sin identidad. Esa es la mayor conquista que puedes añadir a tú trayectoria amorosa, que por supuesto no compartirás con la siguiente, porque a todos nos cuesta reconocer que metimos la pata, hasta el fondo.
Pero no te preocupes, que aquí estoy yo, para hacerla recordar cada uno de los momentos en los que la hiciste llorar, lo capullo que llegaste a ser, para que caiga en la cuenta de que no es tarde para volver a dar rienda suelta al amor (pero de verdad) y que tú eres el idiota número uno sobre la faz de la tierra. Porque no te haces ni una remota idea de lo que me duele verla así y de lo que te detesto, aborrezco y desprecio.
No obstante, te hago una firme y contundente promesa. Volverá. Ella volverá, volverá a ser la mujer de la que te enamoraste. Me pienso asegurar de ello. Y te juro que cuando llegue ese día me encargaré de que tenga claro lo que se merece y lo que no, para que encuentre a un tío de verdad y por supuesto sea muy muy feliz al lado de alguien que sepa estar a su altura.
Lo único que deseo es que un día te cruces con ella y no puedas apartar la mirada deseando que te la devuelva. Y te remueva algo jodidamente incontrolable en el estomago que te produzca ardor durante un año y te pases horas muertas pegado a la taza del váter oliendo tu falta de escrúpulos y humanidad. Qué más puedo decir. Que en algún momento la desees y sea ella quien te de la patada en el trasero. Fin.
Y cuando un día suene tu nombre ella me diga sorprendida: ¿Qué Carlos? Y yo le conteste: "El de los cojones largos". Reír, reír y reír. Pero sobre todo APRENDER y OLVIDAR. Que todo pasa por alguna razón y no podemos dejar de ser optimistas, ni perder la esperanza en que el tiempo todo lo cura.
No vuelvas, de verdad. No quiero molestarme ni en ponerte mi peor cara y mucho menos tener que volver a repetirte:
Hasta nuncaaaaaa, cabrón.