La grandiosa Estación Central.
El buscar la independencia es algo que siempre interesó a los ciudadanos de Bremen, por ello en cuanto fue posible se unió a la Liga Hanseatica. Hoy en día es la décima ciudad alemana en tamaño, una metrópolis moderna con un ambiente inconfundible que no resta valor a sus más de 1.200 años de historia.
Tal y como ocurrió con muchas ciudades Alemania, Bremen fue duramente castigada por los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, sin embargo, a diferencia de otras grandes urbes como Frankfurt o Berlín, muchos edificios pudieron ser reconstruidos debido a que se guardaban planos y fotografías en los archivos municipales. Afortunadamente tres de los puntos más importantes de la ciudad, el ayuntamiento, el Roland y la catedral no sufrieron daño alguno. Los dos primeros son actualmente Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.
Pasear sus calles es toda una lección de historia y arte, y sobre todo una demostración palpable de la energía y fuerza del pueblo alemán a la hora de resurgir de sus cenizas.
Nos encaminamos a la primera visita de la jornada, la Iglesia de Nuestra Señora de Bremen.
Nada menos que al año 1000 se remontan los pocos restos que perviven de la primitiva iglesia que se levantaba aquí antes del actual templo y de la que apenas quedan algunos pilares, muros y bóvedas. Eso sí, los arquitectos que se encargaron de edificar lo que hoy vemos ante nuestros ojos no escatimaron medios ni imaginación para convertir este edificio en una filigrana de recios y fuertes muros, y que sólo con mirarla nos hace elevar los ojos al cielo y quedar maravillados ante tanta elegancia.
Tras una serie de mejoras y ampliaciones, que desde el siglo XIII fueron embelleciendo la iglesia, finalmente las obras concluyeron tres siglos más tarde, quedando el templo casi con el mismo aspecto que actualmente vemos.
Mas recientemente se han hecho mejoras que han hecho aparecer restos interesantísimos de la primitiva iglesia entre los cuales unos frescos de incalculable valor artístico e histórico.
Ya dentro y tras pasar los muros de ladrillo rojo encontramos algunos tesoros, como el púlpito tallado del siglo XVIII o las maravillosas vidrieras de Alfred Manessier.
Alta, como todas las iglesias del norte germano, la nave se eleva casi tocando las nubes, y una torre románica da escolta a su hermana mayor, que fue gravemente dañada durante los bombardeos aliados de la Segunda Guerra Mundial.
La Plaza del Mercado de Bremen.
Fundada exactamente aquí, a su alrededor se halla la historia de Bremen. Y digo exactamente aquí, porque si vamos a su centro justo y miramos al suelo veremos una rueda con diez radios hecha de oscura piedra, en cuyo centro se encuentra la cruz hanseática hecha en piedra roja.
Conocida como una de las plazas más bonitas de Europa, es un imán y punto de encuentro para millones de turistas. En verano podemos observar la agitada vida ciudadana de los habitantes de Bremen y la tranquilidad de los visitantes, sentados en la terraza de un café, frente a un riquísimo trozo de pastel o una refrescante cerveza.
Es innegable que la plaza es una obra de arte arquitectónica, que se desarrolló en el más importante lugar de comercio del norte de Alemania a principios de la Edad Media y con la edificación del ayuntamiento, la función de mercado se vio aumentada a la categoría de administrativa, ya que el gobernador de la ciudad juzgaba y condenaba a los reos desde el balcón del edificio. El ayuntamiento, que tiene más de 600 años, fue construido en estilo renacentista con gran influencia holandesa, para albergar los órganos de gobierno de la ciudad. Adornada con 8 esculturas monumentales que representan a Carlomagno y a los 7 príncipes electores, simbolizan la decisión de Bremen de ser independientes del gobierno de la iglesia.
Algunas secciones de la plaza no son originales, como las casas que se encuentran a espaldas del Rolando, ya que fueron destruidas en la Segunda Guerra Mundial.
Y sobre Rolando vamos a hablar, ya que no hay nadie como él que simbolice mejor la búsqueda del derecho y la independencia de la ciudad. Considerada la estatua más antigua de Alemania, es una de las 20 imágenes de Rolando que se conservan en Europa ( eran 55), y por casualidad esos mismos dígitos 5,5 son los metros que mide de alto y 55 la distancia en centímetros de una rodilla a otra, lo que se convirtió en la llamada Yarda de Bremen para medir tejido. En el siglo XV el gobierno de la ciudad encargó la figura de Rolando en caliza para simbolizar el derecho de las familias patricias de Bremen de administrar libremente la ciudad.
Desgraciadamente en 1983 hubo que sustituir la cabeza original, ya que la contaminación la había dañado irremediablemente. La leyenda cuenta que Bremen permanecerá en pie hasta que caiga Rolando, por lo que debe ser protegida como en la Segunda Guerra Mundial, cuando fue cubierta por un muro, y corre el rumor de que en el Ayuntamiento hay una estatua de reserva en el sótano.
Antes de dejar la plaza, vamos mirando al suelo y buscando una especie de tapa de alcantarilla mientras nos dirigimos a la Catedral. Es el Agujero de Bremen, donde debemos dejar caer una moneda en una ranura para oír los cantos de los Músicos de Bremen. La recaudación va íntegramente a causas benéficas.
Catedral de San Pedro
Tras este impresionante dato temporal y con una historia emocionante se esconde la ostentosa Catedral de San Pedro de Bremen.
Escoltada por el patrón de la catedral, San Pedro, con sus llaves para abrir el cielo, y Carlomagno, fundador de la ciudad de Bremen con una miniatura de la catedral en sus manos, la imponente basílica se empezó a construir en estilo románico y sólo se completó bien entrado el siglo XX, por lo que a simple vista pueden verse los diferentes estilos arquitectónicos que fueron dando forma al enorme templo.
Dos gigantescas torres de 98 metros quedaron intactas tras los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, al contrario de otros edificios de la plaza que como vimos quedaron totalmente destruidos, una suerte, ya que según la leyenda es imposible volver a construir las torres de la catedral, y si alguien lo intenta Bremen será borrada del mapa.
En los años 70 del siglo pasado, al intentar colocar un suelo radiante para paliar el frío intenso que castiga Bremen en invierno, descubrieron numerosas tumbas de altos cargos eclesiásticos de la ciudad y poblaciones cercanas, así como diversos objetos de valor incalculable que hoy se exhiben en un pequeño museo anexo al templo.
En 1998, se creó el Jardín de la Biblia. Está ubicado en el antiguo claustro, en el lado sur de la catedral. Más de 60 plantas diferentes se cultivan en este jardín, ya que según los monjes se mencionan en la Biblia. Algunas plantas del jardín del antiguo monasterio, donde eran cultivadas por sus efectos beneficiosos o curativos y utilizadas como remedios a muchas enfermedades.
La calle Böttcher
Como anticipo de la exquisita calle que vamos a visitar, el relieve dorado Lichtbringer (El portador de luz) nos permite entrar a un rincón poco conocido de la ciudad y que se levantó entre 1922 y 1931 gracias a un industrial y mecenas que pretendía simbolizar el renacer de Alemania tras la Primera Guerra Mundial.
110 son los metros de una calle que es sinónimo del arte de saber vivir. Rincones como el " Patio de los Artesanos", decorado con esculturas en bronce y piedra que recuerdan a ciudadanos que sobresalieron por su innovación y aporte a la economía de la ciudad, como el inventor del primer café descafeinado, o maravillosas casas de ladrillo con nombres propios como la de Robinson Crusoe, o la del Salón Celestial.
Las fachadas fueron destruidas en su mayoría en la Segunda Guerra Mundial y restauradas en la década de los 50, transformando la calle en el paraíso del comercio artístico gracias a su inusual arquitectura de pequeñas tiendas con aires Art Decó y Jugendstil.
Hoy, la Böttcherstraße es una de las más grandes atracciones turísticas de Bremen. Contiene muchos museos de arte (Kunstsammlungen Böttcherstraße), diversos talleres de artes y oficios, bares, restaurantes y negocios, el casino de Bremen y un hotel. Casi todos los edificios son propiedad de la fundación Roselius, apellido del magnate del café que tanto luchó por su creación.