El barullo de las fiestas, los regalos, el turrón, el cava, las reuniones familiares, los conciertos navideños, las escapadas y los viajes de Navidad a menudo se nos escapa la verdadera razón de que millones de creyentes y no creyentes celebren juntos estos días tan especiales. Hoy nos gustaría echar una mirada atrás, muy atrás, a ese rincón del mundo en el que un día nació el verdadero protagonista de la Navidad: ese líder carismático que pondría patas arriba el mundo antiguo, el niño Jesús.
Belén, ciudad clave para la religión.
El Belén que según la historia o la leyenda vio nacer al líder del cristianismo es una pequeña ciudad situada a menos de diez kilómetros de Jerusalén. Se encuentra situada en la provincia actualmente llamada de Cisjordania, pero que en los textos antiguos recibía otros nombres que seguro que te suenan de los relatos bíblicos: Samaria y Judea. Cisjordania es una región de algo más de 5.500 kilómetros cuadrados situada entre el Mar Muerto y el Río Jordán y que inventaron los árabes y los israelitas en 1949 para intentar parar el baño de sangre de la guerra árabe-israelí.
Según la Biblia cristiana, la Belén de Judea de los tiempos de Jesucristo no era la ciudad que conocemos hoy en día, sino un humilde pueblecito apenas conocido excepto por ser la llamada “Casa de la Tribu de David”. El nacimiento de Jesús en esta localidad unido al hecho de que allí fue enterrada Raquel, la esposa de Jacob y figura clave del judaísmo, explica la importancia que entonces y ahora adquirió este pueblecito para los judíos y los cristianos.
Mucho que ver en Belén…
Durante décadas la mayoría de turistas que llegaban a Belén lo hacían como muestra de su fervor religioso. Cristianos y judíos de todas las nacionalidades querían ver por sus propios ojos el lugar donde comenzaría a escribirse la historia de su fe. Pero de unos años a esta parte, Belén recibe a otro tipo de turistas, viajeros amantes de la historia que ven en Belén uno de los destinos turísticos claves para entender mejor la historia de la cultura occidental, amantes del arte y la arquitectura, personas curiosas que desean disfrutar de una ciudad que está en el foco de las noticias internacionales…
En Belén y sus alrededores hay mucho, muchísimo que ver y que disfrutar. Veamos solo un par de ejemplos:
La Gruta de la Leche.
Si viajas a Tierra Santa uno de los destinos turísticos “imprescindibles” es la llamada Gruta de la Leche. Según cuenta la leyenda, la Virgen María se sentó en esa gruta para dar de mamar a su recién nacido, una gota de leche se escapó de los labios del niño, cayó sobre la roca y, milagrosamente, la convirtió en una bellísima piedra blanca. La iglesia actual se construyó sobre esa antigua gruta, está muy cerca de la Basílica de la Natividad y es punto de visita obligada de las futuras madres que ruegan a la Virgen salud y mucha leche para sus futuros bebés.
Basílica de la Natividad.
Seas o no creyente, no deberías visitar Belén sin acercarte aunque solo sea un momento a la Basílica de la Natividad, uno de los templos cristianos más antiguos que hoy se conservan. Este templo se edificó en el siglo IV después de Cristo supuestamente en el mismo lugar donde se alzó en su día el famoso Portal de Belén. La Basílica está formada por dos iglesias, una perteneciente al clero ortodoxo y la otra dirigida por las autoridades eclesiásticas de la Iglesia Católica. Debajo de ambas - y en terreno religiosamente neutral - se encuentra una bella cueva subterránea con el altar en el que, supuestamente, dormiría el niño Jesús durante su primera noche en la tierra.
¿Te gustaría visitar Belén? Deja tu comentario en el blog de Gretur Viajes, contigo también en Navidad.
Redacción: Marta Barrero. MARAVEGA Comunicación.