Esos cubículos rectangulares dotados de todas las necesidades para respirar un ambiente de tranquilidad y silencio receptivo para el aprendizaje. última tecnología pantallas digitales en cada aula, talleres adicionales para el aprendizaje de habilidades, con un material que cuesta mas de lo que un profe gana en un año.
Espacios abiertos para disfrutar de descansos entre tres horas y tres horas de interminables clases, contenidos que cada vez interesan menos al alumnado, pero que son necesarios para su crecimiento.
Ahora bien esas aulas tienen de todo, recogida de apuntes, recogida de testosterona, una sexualidad desbordada, vocablos insulsos que se cuelan del registro vulgar al culto, retrasos ocasionales y provocados.
en una palabra ángeles desangelados. Ángeles que abren un libro y siguen las explicaciones, ángeles que las cuestionan, Ángeles recién llegados que mantienen la atención mientras el profe les marca los límites a los que las alas se les han roto. Ángeles que se están pintando las alas por la pereza, la frustración y el desamparo. Ángeles en definitiva que serán nuestro futuro y que teniéndolo todo no se dan cuenta de lo mucho que valen.