también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera".
Si te gusta la poesía, quizás hayas reconocido los versos anteriores. Pertenecen a “A un olmo seco”, uno de mis poemas favoritos de Antonio Machado. Casi todos los grandes poetas han escrito sobre la primavera y es que pocas cosas inspiran tanto como ver una hilera de árboles teñidos de rosa. Con este post no pretendo seguir llenando de palabras esta estación tan bonica. Ya hay demasiado escrito. Hoy, simplemente, quiero invitarte a un paseo contemplativo.
El sábado pasado saqué la cámara (equipada con mi gran amigo el objetivo de 50 milímetros) y, tras desayunar en una cafetería cuqui, me fui con mi hermana a la caza de la primavera. Nos acercamos al Jardín Botánico y nos perdimos por callejuelas con casitas residenciales repletas de árboles floreadamente rosas. Llegué a casa con dos nuevas lecturas en la mochila –la librería de segunda mano pillaba en ruta y piqué–, un par de flores aplastadas en el bolsillo y la cámara cargada de inspiración.
Todavía sigo tratando de averiguar qué tipo de árbol es el culpable de que la ciudad luzca tan primaveral. No estoy segura de que sea un almendro; las flores son demasiado rosadas y el árbol es demasiado escuálido y delgaducho. Si, viendo las fotos, sabes distinguirlo, te agradecería mil que me lo dijeras en comentarios.
Un abrazo.