66. First dates: edición Seattle (Capítulo 8: Cuando menos te lo esperas)


“Como daba besos lentos duraban más sus amores”

Ramón Gómez de la Serna

Ay Soletes, qué de cosas os he de contar… eso sí, escribo esto para honrar la promesa que hice pero lo dejaré aquí. Parece que tiene buena pinta y no tiene mucho sentido airear más mis intimidades, así que tomadlo como algo único, porque no habrá más (al menos hasta que llegue la novela de verdad y nadie pueda saber qué fue real y qué me inventé). Pero no adelanto acontecimientos, empiezo por el principio.

1 de enero, 6 de la tarde

¿Será hoy ese “día menos pensado” que tanto ansiamos que llegue? Aún no me creo lo que acaba de ocurrir… De nuevo parece ser que las cosas de las películas suceden en la vida real. Tras mi paseo para ver el primer atardecer del año decidí pedir un Uber para volver: se había hecho de noche y la temperatura había descendido de forma considerable. Estuve a punto de cancelarlo porque me ponía en la app que iba a tardar 10 minutos en llegar y me estaba congelando… pero decidí esperar, a saber dónde estaba el siguiente conductor con el que intentaran conectarme. Jay llegó en un Lexus muy bonito y nada más verlo pensé, “Vaya, qué rollo más guay tiene ese chico, mira que los asiáticos no suelen parecerme atractivos… pero este sí que lo es”. Tras 10 minutos hablando comprobé que además tenía tema de conversación y era interesante. Dejamos a una pareja que estaba en el asiento de atrás (motivo por el cuál yo me había sentado delante) y el tema de conversación cambió un poco. Jay me preguntó si estaba de visita o vivía aquí, empezamos a hablar de mi trabajo y de pronto, en un semáforo, se queda mirándome las manos y exclama:

- ¡No llevas anillo!

- Me las miro y le digo: “¿qué pasa?”.

- ¿No estás casada?

- No.

- ¿Y tienes novio?

- No.

- Guau, pues deberías…

- Créeme que lo he intentado, pero los hombres interesantes que he conocido en esta ciudad o bien son gais o están casados.

Silencio…

- ¿Te gustaría salir alguna vez?

Shock…

- Eh… vale.

- Eres muy mona, así que me encantaría (inciso: no sé si os pasa a vosotros, pero parece que el día que más cutre vas y más fea te sientes, es cuando más ligas. En mi caso, día de resaca post-fin de año, con un gorro para protegerme del frío, nada de maquillaje, etc. Así que sí, monísima, hermosa como una osa…)

- Tú también eres muy mono…

- Perfecto, si quieres podemos ir a cenar y luego vemos una película. Ahora cuando paremos te pido el móvil.

Momento algo incómodo, sonrisas, intercambio de números y apretón de manos (muy cálido, por cierto) para despedirnos. Bienvenida de nuevo a Ciudad Esmeralda, querida Dorothy.

Y así es como he tenido mi primer encuentro fortuito con un chico americano que (a priori) parece genial y me ha propuesto el clásico “dinner and a movie” (cena y película) de una primera cita en EEUU. Y lo más importante: no me han entrado los miedos sin sentido y le he dicho que sí.

Jay y yo vamos a tener la cita el día de Reyes y eso me recuerda a que cuando era pequeña solía pedir un novio en mi carta (supongo que esa idea me parecía más entretenida que la de tener más juguetes). Cotilleando su perfil de Uber he visto que tiene muy buenas críticas de otros pasajeros, que habla lengua de signos (me lo como) y que le gusta la naturaleza.

Nos escribimos mensajes durante unas horas... Me pregunta qué me define, qué cosas forman parte de mi rutina. Le digo que soy muy curiosa y tengo intereses variados pero que si tuviera que elegir dos escogería escribir y viajar. Me dice que le encanta, que él también es creativo y aventurero… que está escribiendo un libro y ya me contará mejor en persona.

Sonrío pensando que hay que ver tanto lío con la app y mira lo que se ha cruzado en mi camino como salido de la nada… Sonrío con más intensidad cuando pienso que si no fuese por el bagaje de los siete capítulos anteriores quizás habría huido ante su propuesta, sin duda la experiencia me ha servido para prepararme un poco para este momento.

2 de enero

A media mañana recibo un mensaje preguntando cómo va mi día y ya no paramos con el tonteo… fotos, reflexiones varias y más conexión aún. Me encanta todo lo que me dice, le encanta todo lo que le digo. Decidimos no hacernos más preguntas hasta vernos en persona porque los dos nos estamos emocionando mucho… además, estamos de acuerdo en que hay ciertas cosas que es mejor hablarlas en persona. Y entonces aparecen los miedos: ¿y si es un psicópata?, ¿y si no nos gustamos al vernos otra vez?, algo así es demasiado bueno para ser verdad… ¿o no?

4 de enero

Hace un frío de dos pares… frío que Jay y yo hemos templado con un poco de tonteo. Quería llamarme por teléfono, ¡uy, no! Si no me gusta nada normalmente, menos me gusta en inglés y con alguien a quien apenas conozco y a quien no le tengo pillado el acento. A ver si no se chafa por no querer… en fin, quiero que llegue ya el sábado, por favor. Voy a hacer un poco de elíptica que la verdad es que estoy nerviosilla y necesito quemar eso, a ver si duermo bien, que llevo varias noches con sueños inquietos.

6 de enero

Por la mañana

Es raro, ahora todo es puro, todo es esperanza, nada está corrupto… la fantasía impera sobre la realizad, esa que por mucho que nos empeñemos nunca será perfecta. Pero, ¿quién quiere perfección? Lo perfecto es aburrido, además de irreal. Nada (ni nadie) es “perfecto” en realidad. Supongo que me toca hacer lo que sé que funciona: respirar y esperar. Esperar a que por fin decidamos sitio y hora. Ponerme mi mejor sonrisa y salir a la calle. Y conocerlo mejor. Y enfrentarme a los miedos. Y honrar lo que dije de abrazar 2018. Y vivir.

12 de la noche

Al despedirnos tras habernos estado besando durante unos minutos me dijo: “dame un abrazo” y mientras nos abrazábamos susurró: “me gustas mucho”. Le dije que a mí también. Nos besamos otra vez y en este último beso mordió mi labio inferior de una forma que me hizo tener que contenerme para no devolverle el beso con más pasión y empezar algo que quizá sería difícil de parar. Dorothy, contrólate que quieres ir despacio... Fue un beso dulce, de los que no despeinan, muy de primera cita americana (beso que, por cierto, tuve que iniciar yo porque él no acababa de lanzarse). Me gustó lo tierno y a la vez fuerte que es. Tiene una dualidad que me resulta desconcertante y atractiva a partes iguales.

Se han pasado más de cinco horas en apenas un suspiro. Hemos hablado mucho, visto una película un tanto densa y cenado algo. Jay parece una persona realmente compleja… ha tenido un pasado muy duro que me ha contado con bastante lujo de detalles y me asusta un poco que se haya abierto tanto respecto a ello sin apenas conocernos… Me preocupa que esas experiencias no se hayan quedado atrás, sino que estén arraigadas en su presente, en su hoy, y que puedan ser el tema central de nuestros futuros encuentros. Pero eso aún no lo sé, las mejores personas que conozco han salido adelante de situaciones realmente duras y eso no las hace sino ser conscientes de lo valiosa que es la vida y la importancia relativa de las cosas.

Jay no bebe. Le gusta darme pellizquitos cariñosos en el brazo. Me ha preguntado si he llegado a casa bien. Es muy inteligente y tiene conocimientos que me han dejado sorprendida, del mismo modo me ha sorprendido cuando se ha quitado el gorro ver que llevaba la mitad inferior de la cabeza rapada y la mitad superior con un pelo largo recogido en uno de esos moñitos hipsters que tanto se llevan por aquí. Odia el cilantro tanto como yo y fundó su propia compañía… Lo dicho, la cosa promete.

9 de enero

Jo, qué duro se hace salir de la cama cuando tu cuerpo te pide volver a dormir y aún no se ha hecho de día... en fin, toca hacer de tripas corazón y meterse en la ducha sin pensarlo más. Estoy rara respecto a Jay... pienso que en realidad no me gusta, que qué tiene de bueno o de interesante en realidad... que si no nos volvemos a ver tampoco me importaría demasiado. Que qué tenemos en común y que en realidad las cosas no fluyen tanto entre nosotros... es decir, he conocido a gente con mucha más conexión inicial y con la que tenía mil cosas en común que me dieron ideas para temas de conversación o para cosas por hacer.

Bah, supongo que ya se verá. Supongo que nos acabaremos viendo este fin de semana y, como siempre, la balanza se inclinará hacia un lado o hacia el otro. Como ya me he dicho a mí misma en alguna ocasión: tampoco tienen por qué ser todo fuegos artificiales desde el principio. Y mariposas sí que hubo... me muero por besar esa boquita gorda otra vez.

9 de la noche

Hoy hemos tenido una llamada de teléfono muy interesante, de casi media hora. Lo he visto mimoso por mensaje y se lo he sugerido yo... me he alegrado de ser valiente. Hemos hablado de cine, de festivales y de tonterías… ha sido divertida y me ha enseñado que es capaz de no hablar de cosas profundas por narices. También que tenemos cosas en común. Hemos quedado en ir el sábado a un teatro de improvisación para el que tenía entradas (regalo de un amigo con la instrucción de usarlas en una cita, por cierto).

13 de enero

9 de la mañana

He dormido poco y no demasiado bien… no sé si tiene sentido seguir conociendo a este chico, no tenemos nada en común, creo yo. Ah, y me veo horrible hoy…

10.30 de la noche

Ha sido una cita perfecta, la típica que me habría encantado vivir cuando tenía 15 años. No tengo ningún pero que ponerle… bueno, quizás que me confesara que al principio pensase que España estaba en Sudamérica… pero se lo perdono, al fin y al cabo, es estadounidense. Jay me recogió, fuimos a cenar Phö, una sopa vietnamita deliciosa cuyo caldo dejan cocer durante 24h, y estuvimos charlando. Esta vez no hubo revelaciones sobre cosas traumáticas, me preguntó mucho por mí y por mi historia. Después fuimos a por bubble tea, tartaletas de fruta de mi sitio preferido de Chinatown y nos dirigimos al teatro.



Aquí el famoso Phö

En el coche hablamos un montón de música, seguí comprobando que sí que tenemos cosas en común y hubo un momento que casi me hizo vomitar arcoíris. Me estaba diciendo que hace años le dio por levantarse todos los días con una canción pero que no se acordaba del nombre y no la había vuelto a encontrar… adiviné cuál era (By your side, de Sade) y se la puse. Se puso muy contento y me pidió que la reprodujera en su móvil para que se escuchara por los altavoces del coche. Cuando la canción, que es bastante romántica, llevaba un poco sonando me miró y me cogió de la mano. Me dio muchísima vergüenza, no sé por qué, más que besarlo por primera vez incluso. Supongo que lo otro fue simplemente impulsivo y físico, preludio de una despedida, esto fue más íntimo, más sostenido, con más significado. Desde luego, esto de dejarse querer es un verdadero arte…



El teatro fue increíble… nos reímos durante toda la función, fue un rato muy relajado y divertido. Me gustó ver esa faceta distendida y desenfadada de él. A las 10 me estaba acompañando a la puerta de mi bloque… y yo lo estaba besando otra vez porque él tampoco se decidía. Esta vez fue un beso de los que sí despeinan, madre mía... tuve que mirar hacia abajo y respirar hondo para parar… lo inevitable, y decir buenas noches. Él aprovechó para besarme en la frente. De verdad, creo que no he conocido a nadie capaz de trasmitir tanta fuerza y delicadeza a la vez, y eso me vuelve loca.

Un rato después, nos estábamos escribiendo mensajitos y me envió las líneas más bonitas que nadie me ha escrito nunca. Me decía algo así: “Tu energía y tu capacidad para personificarla sin importar quién está mirando o quién hay alrededor me dice mucho sobre tu carácter y la confianza en quién eres. Creo que eres consciente de ti misma, de en lo que te has convertido y de lo que quieres llegar a ser. Eso para mí es muy atractivo y difícil de encontrar. Espero que nunca pierdas ese sentido de espíritu libre y que te permitas brillar en todas las situaciones. Me encanta compartir momentos con alguien que desata su potencial como tú… definitivamente eres alguien especial.”

15 de enero

Oh, oh… Tengo síntomas, creo que me ha pegado algo. No duermo bien, no tengo apetito aunque me ruja la barriga, me cuesta concentrarme, me paso el día entre suspiros y a veces se me pone una sonrisa tonta, de esas que hacen que la gente te mire raro por la calle. Ay, espero que no sea grave. Aunque tiene pinta de enfermedad de transmisión sentimental…

16 de enero

Me ha dicho que me quiere ver más a menudo… que 5 horas a la semana le parecen pocas. No puedo estar más de acuerdo, le he dicho que a partir de la semana que viene, que esta la tengo a tope.

17 de enero

Hemos estado a punto de vernos pero al final no ha cuadrado. Hemos hablado por teléfono casi media hora, mientras él volvía a casa. Al colgar me ha escrito diciéndome que si podía preguntarme algo. Le he dicho que por supuesto y me ha dicho que si estoy saliendo con alguien más o tengo pensado hacerlo… que no me sienta mal si es así porque es algo de lo que no hemos llegado a hablar, pero que le gustaría saberlo. Le he dicho que por supuesto que no… que no me apetece. Me he quedado con la curiosidad y le he dicho que si me podía contestar a la misma pregunta. Me ha dicho que no, que no quiere ver a nadie más… creo que ha sido su forma de pedirme exclusividad. De nuevo me encuentro entre la diabetes y el vomitar corazones… pero creo que, en el fondo, me encanta.

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Pues Soletes, tal y como anunciaba, se acabó lo que se daba. El sábado hemos quedado otra vez y estoy deseando que llegue… pero lo que sea que pase quedará entre nosotros. La idea de esta sección especial del blog era hablar sobre las primeras citas en Estados Unidos, y esta ya será la tercera… así que prefiero hacer un fundido a negro y dejar que vuestra imaginación termine de perfilar la historia. Quién sabe, si la cosa va bien, puede que Jay empiece a aparecer como personaje recurrente del blog, tal como ha pasado con mis amigos. Deseadme suerte y fuerza para seguir siendo valiente… Os escribo pronto.


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