Dejamos las botas por unas horas y nos adentramos en el cañon del río Sil. Una pequeña embarcación nos guió por la Ribeira Sacra. El día perfecto para disfrutar del inmenso paisaje donde el hombre y la naturaleza sacan su mejor provecho en perfecto equilibrio.
Nos sorprendieron las viñas romanas aferradas sobre las escarpadas laderas que producen un vino único, tanto por su elaboración como por su dificilísima vendimia.
Una travesía única que acaba en los monasterios erigidos en la misma orilla, cuyos monjes cuidaban del entorno y explotaban una naturaleza que nos ha sido legada casi intacta.
Con esta animación representamos al Camino de Santiago en mayo en la iniciativa 12.13.14
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