1. Quedan muchas historias por contar.
No hay mayor desprecio hacia una buena ficción que una cancelación imprevista y abrupta. Las tramas de Julián, Amelia y Alonso merecen seguir desarrollándose hasta llegar a una conclusión satisfactoria, sin olvidar a sus superiores en el Ministerio o a las incorporaciones de la segunda temporada. La serie y sus “ministéricos” no se merecen un indigno final incompleto.
2. Queda mucha Historia por contar.
Seguro que hay reyes godos tan interesantes como los Lannister y los Stark. La Hispania romana también puede ser un filón. Los 800 años de España musulmana merecen protagonismo más allá de la Reconquista. La Guerra de Sucesión nos ayudaría a poner en perspectiva cosas como el independentismo catalán. La historia de España está llena de momentos que merecen una visita y en el Ministerio hay todavía muchas puertas por abrir.
3. Puede acabar con la dictadura de los audímetros.
Las cadenas privadas calculan el éxito de un programa en función de las pobres estadísticas extraídas de 4.625 míseros audímetros, el 0’01% de la población española. La televisión pública, que desde 2010 no emite publicidad, no tiene obligaciones respecto a los anunciantes así que debería perseguir objetivos más cualitativos la cuota de pantalla, como ofrecer entretenimiento de calidad a los contribuyentes, aportarles un beneficio cultural y plantearles una alternativa a los productos moldeados por las exigencias del mercado. Incluso si el Ente quisiera valorar la opinión pública, debería mirar más allá del share y observar también las visualizaciones online e incluso las descargas P2P. También, claro, la cuota de conversación (tan positiva) en redes sociales, las alabanzas de la crítica y los premios recibidos. En otras palabras, el prestigio que le otorga El Ministerio del Tiempo.
4. Ocupa un nicho cultural casi desierto en nuestro país.
En Gran Bretaña, la cultura pop es un gran espacio en el que conviven felizmente Oscar Wilde y Mick Jagger. Lo moderno se mitifica y lo clásico se cubre con un barniz cool, dando resultados tan fantásticos como el Sherlock de Steven Moffat o La Liga de los Hombres Extraordinarios de Alan Moore. En España ese espacio está poco habitado. La mitomanía es cosa de frikis o de indies, la alta cultura prefiere no mezclarse con la plebe y luego tenemos Sálvame, Gran Hermano y otros favoritos del gran público. El Ministerio del Tiempo no robará audiencia a Telecinco pero sí ofrece un lugar de encuentro para referentes culturales diversos pero no excluyentes. En la serie se dan cita Quevedo, los Youtubers y un general Spínola interpretado por Ramón Langa que, en un momento cumbre de la cultura pop, grita:
5. No se avergüenza de ser española.
“Son españoles. Improvisen”, dice el subsecretario Salvador Martí en uno de los primeros episodios. Las constantes parodias del carácter patrio son seña de identidad de la serie, donde se hace humor a costa de los funcionarios y tampoco faltan críticas a la gestión del gobierno, ya sea el de Rajoy o el de Sagasta. Tampoco falta orgullo patrio, pero este se emplea normalmente en admirar a dramaturgos, feministas o el Maneras de vivir de Rosendo. En definitiva, El Ministerio del Tiempo retrata España con un poquito de sátira, un poquito de lástima y un poquito de amor propio, y todo junto nos recuerda que ser español no es motivo de vergüenza ni tampoco de orgullo, solo es lo que nos ha tocado y hay que vivir con ello.
6. Aumenta las visitas a Wikipedia.
Yo mismo acabo de buscar quién presidía España durante la pérdida de las últimas colonias (sí, era Práxedes Mateo Sagasta). La derrota en Filipinas y el sitio de Baler inspiran los mejores guiones de la segunda temporada y lo hacen sin alterar la historia -a fin de cuentas, ese es el objetivo de los agentes del Ministerio. Ese es uno de los méritos de la serie: nos muestra la historia y sus protagonistas como nunca los habíamos visto. Nos mete dentro. Torquemada o Cervantes parecen ahora mucho más cercanos de lo que resultaban en clase de Historia o de Literatura. El Ministerio del Tiempo te hacer querer aprender lo que quisiste olvidar al terminar en instituto.
7. Reivindica la figura del guionista.
El paria de la ficción española es el rey de las producciones internacionales: la HBO fundó la televisión de autor entregando el poder a los guionistas-productores, llamados simplemente showrunners. Javier Olivares es el primer showrunner a la española, arropado por un equipo de creadores que, de cara a los buenos aficionados, tienen tanto protagonismo como Rodolfo Sancho. El resultado de este protagonismo es una serie que viaja sin complejos del drama a la comedia, de la acción a la introspección, mientras se permite ejercicios de estilo que van desde la ciencia-ficción pura hasta el noir. El guión todo lo puede y está por encima de los propios protagonistas. Quizá no va tan lejos como George R. R. Martin con Juego de Tronos, pero Olivares, Anaïs Schaaff y compañía han demostrado en la segunda temporada que El Ministerio del Tiempo puede prescindir de sus estrellas y seguir brillando. La ausencia de Julián fue suplida hábilmente con la entrada de Pacino (Hugo Silva), personaje que en pocos capítulos se convirtió en un fan favourite.
8. Puede ser un nuevo hogar para los Alcántara.
El escándalo de los papeles de Panamá logró lo que la contraprogramación nunca pudo: la cancelación de Cuéntame. Sin embargo, la fantasía de un crossover entre las dos series sigue ahí. Si El Ministerio del Tiempo ya se cruzó con Isabel, la visita a la España de los Alcántara es un sueño realizable y la incorporación de Carlitos como nuevo agente sería un mejor final que el que le espera en el Madrid de los 80 -la heroína.
9. Ha convertido a Cayetana Guillén Cuervo en un sex symbol nacional.
Quizá siempre lo fue, pero no lo supimos bien hasta que El Ministerio del Tiempo la reclutó para convertirla en una cougar lesbiana desinhibida que poco o nada nos recuerda a la presentadora de Versión Española.
10. Da para varios spin-offs.
El primero, claro, protagonizado por Pacino. Si Jean-Claude Van Damme fue Timecop, Hugo Silva merece protagonizar una serie propia llamada Madero en el Tiempo en la que el villano sería… ¡el Rodolfo Sancho del futuro! Javier Olivares, si estás leyendo esto, escríbeme y lo comentamos.
;-)
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