Los estudios realizados a lo largo del tiempo sobre la conquista de México nos deben hacer reflexionar sobre las fuentes de las que disponemos para elaborar un desarrollo histórico acorde a los hechos. Únicamente mediante el estudio y la comparación podremos establecer una síntesis lo más fidedigna posible, siempre teniendo presente la subjetividad de dichas fuentes. Para ello, disponemos de tres tipos concretos. Por un lado, los testimonios directos -o indirectos- que relataron conquistadores y cronistas, conocidos como relaciones. Estos pudieron ser partícipes o no de la conquista, algo que debemos tener en cuenta a la hora de interpretar su relato.
Una de las principales será la escrita por el propio Hernán Cortés, utilizada por los historiadores para reconstruir esta empresa. Se trata de las cartas de relación que enviará al rey Carlos I a medida que los acontecimientos van teniendo lugar, sin ideas predeterminadas sobre lo que pudiera o no suceder en el trayecto y, posteriormente aportando a su vez mapas como el publicado en 1524 de la ciudad de Tenochtitlán. Esto nos permite ilustrar de manera más concreta el escenario en el que se desarrollaron los hechos. Junto a Cortés podemos consultar también otros cronistas o conquistadores como Bernal Díaz del Castillo, Andrés de Tapia, Diego Muñoz Camargo o “el conquistador anónimo”. De ellos, debemos hacer especial mención a la figura de Bernal Díaz del Castillo debido a la controversia que ha generado tanto su persona como su obra en el mundo académico.
Cartas de relación . (CLASICOS CASTALIA. C/C.)
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Ha existido y existe gran diversidad de opiniones en el estudio de este personaje. Michel Graulich, en su obra Moctezuma: Apogeo y caída del Imperio Azteca realizó un artículo en el que afirmaba la no autenticidad de Bernal Díaz, al encontrar errores cuestionables en la obra de éste, la conocida Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España. Para Graulich, Bernal no sólo no llegó a participar en la conquista, sino que incluso dispuso la elaboración y publicación de la obra cuando todos los conquistadores que sí habían participado estaban muertos. De esta manera, nadie podría desmentir su participación. Esta teoría no sólo ha sido argumentada por este autor, también el historiador francés Christian Duverger, en su obra titulada Crónica de la Eternidad (2012) desarrollará esta idea en mayor profundidad.
Christian Duverger arroja varias ideas, además de porqué no pudo ser Bernal Díaz del Castillo su autor, sobre quién sí que lo fue. Para ello nos explica su teoría de la siguiente manera. En primer lugar, niega su autoría por las muchas dudas que su figura ofrece, además niega también su posible participación en la conquista, o en el caso de que lo hiciera, figurando con otro nombre. Por otro lado, Cortés no lo menciona en su relación a pesar de la cercanía que parece existir entre ambos en la que escribe Bernal y, además, el hecho de que probablemente no supiera escribir, lo que le descartaría como posible autor. No niega la existencia de este, pues sí que se conoce un Bernal Díaz y Del Castillo en 1552 cuando entra como regidor en el Ayuntamiento de Santiago de Guatemala, sin embargo, no existen documentos que le relacionen directamente con la escritura de la obra, incluso hay cinco cartas con tres escrituras distintas, lo que según Duverger da indicios de que fueron dictadas.
Por otro lado, hace mención a que toda la obra de Bernal supone un acopio extremadamente detallado de cada acción de Cortés, así como su historia desde la llegada a Santo Domingo. Esto hace reflexionar a Duverger sobre quién puede ser el posible escritor verdadero de la obra, ante la imposibilidad de una relación tan estrecha no mencionada por el propio Cortés. Incluso en el propio libro, como bien veíamos que comentaba Graulich, hay errores como la mención de títulos que aún no habían sido publicados, entre los que encontramos el libro de Gómara, del que habla continuamente durante toda la relación y que no pudo haber leído por haberse prohibido. Todos estos indicios son a los que se adscribe el historiador francés para afirmar la no autoría de Bernal y la autoría en manos de otro personaje, uno que todos conocemos.
La estructura de algunos capítulos, similares a los de Gómara, al igual que las crónicas, hacen que el autor atribuya la autoría a Hernán Cortés. Según Duverger, Cortés había hecho que López de Gómara escribiese de manera más general la historia de la conquista, mientras que él, por su parte, realizaría una crónica en la que explicaría con todo tipo de detalles toda la empresa, creando para ello un personaje ficticio, Bernal. Este autor afirma que fueron los hijos de Cortés los que, a su muerte, y con la intención de recuperar el poder en Nueva España, hicieron llegar el manuscrito con la idea de publicarlo como primera crónica autóctona. Sin embargo, el manuscrito, por determinadas circunstancias, llega a Bernal Díaz, el único superviviente de la época de la conquista -aunque no participante- que se atribuiría la propiedad del libro.
Tras la exposición de los argumentos que arroja dicho historiador sobre la posible autoría del libro y sus problemas, nos encontramos con la refutación de otros historiadores, como el caso de Guillermo Serés, a través del artículo publicado en el periódico El País, titulado: El verdadero autor de “La historia verdadera”, escrito un año más tarde de la publicación del libro de Duverger, en 2013. Catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona, y autor de la Historia Verdadera de Bernal, critica la falta de documentación que verifique la supuesta redacción del documento por parte de Cortés, así como la supuesta fecha en que se menciona Bernal por primera vez, errónea, siendo esta no en 1544 como afirma Duverger, sino en una probanza de 1539. Para Serés, la relación escrita por Bernal no sería más que una recopilación de cartas escritas en sucesivos años destinadas a Carlos I y Felipe II que se iría ampliando.
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Por tanto, conociendo ya ambas versiones sobre la figura de Bernal Díaz del Castillo, merece la pena dirigir nuestra redacción a la exposición de otros cronistas que también relataron este proceso. Uno de los más reconocidos será López de Gómara, historiador, cuya obra titulada Historia General de las Indias constituye uno de los más fidedignos relatos sobre la conquista, a pesar de no ser testigo de ésta. A estos se añadirán posteriormente los escritos de Bernardino de Sahagún, Historia General de las Cosas de Nueva España o la del mestizo Diego Muñoz Camargo, Historia de Tlaxcala. Este último nos ofrece, a su vez, datos interesantes sobre la población tlaxcalteca, su alianza con los españoles y el enfrentamiento con los mexicas en el desarrollo de la conquista.
Hernán Cortés: Una biografía para el siglo XXI... (8)
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Sobre la crónica del propio Cortés también cabe destacar otros historiadores como el sevillano Esteban Mira Caballos, doctor en Historia de América, en cuyo libro, reeditado en 2017 y titulado Hernán Cortés: Mitos y leyendas del conquistador de Nueva España, o más recientemente en su Hernán Cortés: Una biografía para el siglo XXI, nos hace una relación detallada de su figura como personaje clave en la historia de España y de la conquista de México. Al igual que este autor, Christian Duverger también hace un estudio de la figura del conquistador en los libros Vida de Hernán Cortés: La espada y Vida de Hernán Cortés: La pluma. Para Duverger la conquista de México solo pudo llegar a buen puerto gracias a la personalidad de Cortés. Sería gracias al tiempo pasado en tierras indígenas lo que le habría permitido establecer relaciones con los propios indios, mediante una manera distinta de entender la vida de aquellos pueblos de culturas tan distintas.
Cuba no fue más que el primer lugar desde donde Hernán Cortés comenzó la expedición que le llevaría a la conquista de un imperio. La desobediencia de las órdenes del gobernador Diego Velázquez de Cuéllar y posterior huida de la isla, no acabaría al llegar con sus hombres y sus navíos a la isla de Cozumel, donde días más tarde encontrarían dos españoles en un pueblo indígena maya con una historia interesante que contar. Se trataba del astigitano Jerónimo de Aguilar y el palense Gonzalo Guerrero. Ambos habían partido hacia Santo Domingo en 1511 cuando su nave naufragó y una tribu maya apresó a los supervivientes para posteriormente sacrificarlos. Ellos consiguieron escapar y en su huida alcanzaron el refugio de una población más hospitalaria donde ambos permanecieron hasta la llegada de Cortés, cuando a petición del mismo Jerónimo de Aguilar se unió al grupo de españoles y Gonzalo decidió quedarse. La aculturación de ambos a la nueva realidad indígena fue tal que les hizo conocedores no solo de sus costumbres sino también de su lengua, lo que permitió que Jerónimo se convirtiera en uno de los intérpretes fundamentales en la conquista.
Tras este primer encuentro, la expedición continuó su camino seguidos por el conocimiento que habían dado de estos lugares las expediciones previas de Hernández de Córdoba y Juan de Grijalba. Llegarán así hasta Champotón, siguiendo por Xicallanco, donde se produce otro de los episodios decisivos en la conquista. De esta población reciben en forma de presente varias mujeres, entre ellas la que se convertiría en la intérprete principal y mano derecha de Cortés, llegando posteriormente a convertirse incluso en su amante, Doña Marina o Malinche.
Esta había sido vendida por los aztecas a esta población maya cuando era una niña, lo que la hacía conocedora de uno de los dialectos mayas y otro azteca, pues eran cientos las lenguas existentes. Al igual que otros muchos protagonistas de la empresa, este personaje con el tiempo ha tenido tanto admiradores como detractores, llegando incluso a ser considerada una traidora por prestar ayuda a los españoles. Si puede considerarse una traidora o no, no debe ser el trabajo del historiador, que debe limitarse a interpretar y no juzgar. Así, Jerónimo de Aguilar, conocedor de una lengua maya, y la llegada de Marina, conocedora del maya y el azteca, permitiría la conformación de una “triangulación de lenguas”, término utilizado por el historiador Eduardo Matos Moctezuma durante una entrevista para la cadena de radio INAH el 22 de octubre de 2013 para hacer referencia al castellano-maya-azteca que permitió a los españoles comunicarse relativamente bien con las poblaciones indígenas, a pesar de las abismales diferencias lingüísticas.
Seguirán su camino hacia Centla, fundando San Juan de Ulúa, primera ciudad mexicana fundada por españoles donde constituirán un cabildo encargado de la elección legítima de Cortés como capitán de la expedición y donde comenzarán las relaciones con los enviados de Moctezuma, ya al tanto de la llegada de los hispanos a las costas de Veracruz y de las buenas relaciones que algunos pueblos tributarios del emperador habían establecido con estos. Los primeros encuentros, sin alteraciones significativas, darían paso a una segunda etapa, posiblemente el punto de inflexión en el proceso de conquista o en el camino hacia la misma. A partir de este momento se darán los enfrentamientos y las relaciones con los mexicas, previo a la entrada en la capital imperial, Tenochtitlán.
Al llegar a la ciudad de Cempoala sabrán, gracias a la información que les facilita su cacique, que las poblaciones que conformaban el imperio estaban subyugadas por Moctezuma II al pago de tributos. Durante la estancia de los españoles en esta ciudad consiguieron llegar a un acuerdo con los indígenas tras la llegada de emisarios mexicas para reclamar los tributos. En esta ciudad pudo haberse producido la primera alianza hispano indígena, pues tras esto los españoles fueron acompañados con cientos de indígenas a la ciudad de Tlaxcala, donde se encontrarían con el primer pueblo enemigo de los aztecas, y por tanto libre de su dominación. El primer encuentro fue de confrontación, pero pudo resolverse pronto y llegar a un acuerdo de alianza, partiendo juntos hacia Cholula. En este momento debemos intentar imaginar la envergadura de la empresa, siendo ya Cortés aliado de un gran contingente indígena y demostrando así que no fue únicamente una conquista puramente española, sino de intereses mutuos entre las poblaciones americanas subyugadas y los conquistadores españoles.
En la ciudad de Cholula, súbdita de Moctezuma, se produce uno de los episodios más conocidos, la llamada “matanza de Cholula”, por el gran número de nobles indígenas que perecieron en la misma. Tras esto, el contingente hispano indígena continuó su camino mientras que los emisarios de Moctezuma les ofrecían presentes durante el camino a cambio de una retirada a tiempo, sin embargo, siempre se encontraban con la negativa de Cortés.
Los obsequios de Moctezuma no cesaban, al igual que la insistencia de Cortés por alcanzar su objetivo, llegar a la ciudad de Tenochtitlan y conocer a su emperador para llevar a cabo negociaciones. La primera vez que Cortés entró en Tenochtitlan fue el 8 de noviembre de 1519, con un gran recibimiento y alojamiento, lo que nos permite hacer una retrospectiva en referencia al tiempo que tardaron desde su salida de Cuba, en enero del mismo año, hasta su llegada a la ciudad casi un año después, cuando entran a través de la calzada de Iztapalapa y apresan a Moctezuma. Permanece “arrestado” en el palacio en el que se refugiaban los españoles junto a sus aliados indígenas. En el tiempo que permanecieron bajo el mismo techo, Moctezuma y Cortés se comunicaban estableciendo, según Bernal Díaz del Castillo, algún tipo de relación de amistad o cordialidad íntima.
En mayo de 1520 tiene lugar algo inesperado, llega la noticia de que navíos españoles han arribado a las costas de Veracruz al mando de Pánfilo de Narváez, enviado por Diego Velázquez con la intención de apresar a Cortés. Este, que ya se había asentado en Tenochtitlán, decide ir en su encuentro, dejando en el palacio a Pedro de Alvarado con varios hombres. Al encuentro con Pánfilo, Cortés conseguirá que muchos de los hombres recién llegados le acompañen en su empresa. Pero en la capital del Imperio las cosas no salieron como Cortés tenía planeado. A su regreso, el escenario era desolador, mientras se celebraba una de las fiestas más importantes de la ciudad, Pedro de Alvarado engañado y confundido por algunos intérpretes, así como por su percepción de tales manifestaciones culturales y religiosas tan ajenas a su propio pensamiento, comenzó a atacar a la población. Esto desencadenó una rebelión popular y la posterior matanza de gran parte del pueblo por parte de Alvarado, viéndose obligado a refugiarse en el palacio.
Cortés se encuentra un palacio asediado y una ciudad hostil. Aunque aún confiaba en el hecho de tener prisionero a su emperador como salvoconducto, esto cambia radicalmente cuando Moctezuma recibe una pedrada y muere. Este hecho desembocará inevitablemente en la expulsión de los españoles, que romperán el asedio e intentarán escapar sin generar sospechas durante la noche a través de las calzadas. Sin embargo, en su huida serán descubiertos y deberán huir a toda prisa en la conocida como Noche Triste, que Bernal Díaz relata con todo lujo de detalles.
Todo el proceso transcurrió en más o menos un año, pues no solo las distancias que recorren son inmensas sino la concepción del tiempo en dicho momento es muy diferente al actual. Cortés había llegado por primera vez a la ciudad el 8 de noviembre de 1519, el desembarco de españoles dirigidos por Pánfilo de Narváez arriba a la costa de Veracruz en el mes de mayo de 1520, la muerte de Moctezuma se produce el 25 de junio de 1520 y la Noche Triste pocos días más tarde, el 30 de junio, cuando Cortés y los suyos acaban huyendo de la ciudad. Tras la huida deciden retornar a la ciudad de Tlaxcala, con sus aliados, a reponerse tras la fatídica noche en la que dejarán atrás a más de 400 muertos españoles y casi 4000 muertos tlaxcaltecas, tal y como relata Diego Muñoz Camargo en Historia de Tlaxcala. Durante once meses Cortés y el resto no otorgan demasiada información sobre sus actividades, pues hasta casi un año más tarde no deciden entrar en Tenochtitlán y asediarla hasta la conquista. El asedio de esta tuvo lugar el 30 de mayo de 1521, y no acabaría hasta 75 días después, el 13 de agosto de 1521. A pesar de la fructífera conquista de la capital del Imperio, el resto quedaba aún por conquistar y su último bastión no caería hasta 176 años después.
De entre las causas que ayudaron a que se produjera con éxito la empresa encontramos la superioridad armamentística con respecto a los indígenas, así como el uso de animales como el caballo o los perros alanos fueron imprescindibles. Las muchas influencias indígenas que recibieron y que ayudaron en un primer momento; los presagios que Moctezuma recibió; el hecho de que les considerasen dioses; el regalo de mujeres indígenas en matrimonio a los españoles, o incluso el mal olor que desprendían los españoles en comparación con la limpieza que caracteriza a los propios indígenas y sus ciudades. La práctica militar fue fundamental, por supuesto. Los conocimientos del arte de la guerra de los españoles, acostumbrados a combatir a musulmanes y franceses, a participar de asedios y batallas con artillería, en comparación con las técnicas militares indígenas basadas en armas rudimentarias como flechas y mejores conocedores del ritual y los sacrificios. Los mexicas estaban más acostumbrados a capturar a los prisioneros para sacrificarlos que a guerrear. El Imperio Azteca se había conformado en un período de tiempo muy breve, de 1450 a 1519/1520, y Cortés se había percatado a su llegada de que muchos de los pueblos que constituían el Imperio tenían un enemigo común ajeno a ellos, Moctezuma, y los elevados tributos a los que estaban expuestos. Hay que destacar a su vez que el principal enemigo de los mexicas eran los propios herederos del emperador. Moctezuma había sido padre de tres hijos que con la sucesión comenzarían a revelarse. Finalmente, uno de ellos accede al poder y el otro acabará convirtiéndose en señor gracias a Cortés.
Tras este proceso de conquista, esa superioridad numérica indígena en las tropas de Cortés nos deja ver cómo un importante número de aliados indígenas consiguieron convertirse a su vez en vencedores de la conquista, muchos de ellos ostentando cargos de poder. Además, la reconstrucción de Tenochtitlan y la recuperación de la actividad en la misma, hizo que comenzaran numerosas expediciones con el objetivo de conquistar el resto del Imperio y la exploración de nuevos territorios. Algunas de estas serán la de Pedro de Alvarado con el fin de conquistar Guatemala o la Conquista del Yucatán en 1541.
Cuando Cortés llegó a las costas de Veracruz lo primero que encontró fueron unos pueblos cansados del yugo mexica, sometidos por el emperador. Esto, sin duda, pudo haber sido uno de los motivos que le motivarían a proseguir su empresa, con más interés que nunca, lo que no podría haber logrado sin contar con la personalidad que le caracterizaba. Fiel en sus convicciones, Hernán Cortés es un personaje del siglo XVI, capaz de desobedecer a su superior para emprender una expedición sin conocer los peligros a lo que podría enfrentarse, con unos pocos hombres atemorizados por las consecuencias de sus actos y ante una realidad indígena totalmente desconocida.
El hecho de que Cortés mandara a sus hombres varar sus naves y aprovechar los aparejos de las mismas para una posible utilidad, fue lo que en buena medida otorgó valor a los conquistadores a la hora de seguir a un capitán capaz de adentrarse en un territorio desconocido sólo con una ambición, la convicción de la existencia de un Dios todopoderoso que les ampara y un rey merecedor de tanta gloria como fuera posible.
En conclusión, podríamos decir que tanto la conquista de México como la historia de cada uno de los personajes que fueron partícipes de ella, cada uno imprescindible para poder llevar a cabo la empresa, se vieron favorecidos por el azar y las decisiones de Cortés. Los indígenas tlaxcaltecas, como enemigos acérrimos de los mexicas fueron un apoyo fundamental en la conquista de la capital para los españoles; los mexicas, con un emperador que llegó a entablar buenas relaciones con Cortés durante varios meses; la llegada de Pánfilo de Narváez que permitió a Cortés hacerse con buena parte de sus marinos y adherirlos a su propio grupo; la aparición tanto de Jerónimo de Aguilar en primer lugar como de Doña Marina en segundo fueron dos aspectos reseñables en la conquista, pues favorecieron notablemente la comunicación, uno de los obstáculos más difíciles de superar en cualquier conquista; así como la peripecia y agudeza de Cortés para saber aprovechar cada oportunidad que se le presentaba en su propio beneficio y el de su empresa. Todo ello hizo posible que se pudiera llevar a cabo con éxito una campaña que, desde el primer momento, con la desobediencia de Cortés, pudiera haber terminado como un fracaso y que, sin embargo, acabó convirtiéndose en una de las mayores empresas de la historia de la América colonial.
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Betina Santos Rivas
Nacida en Puente Genil (Córdoba). Graduada en Historia y Máster en Estudios Históricos Avanzados por la Universidad de Sevilla. Ha trabajado como arqueóloga y con archivos del siglo XVIII en la Universitá Degli Studi di Siena. Le encanta viajar, leer y conocer el mundo de las religiones, la cultura y los misterios de la Antigüedad y toda la Historia en general.