Dentro de muy poco hará treinta años me senté un domingo a leer las páginas de la revista Metal Hammer. En ella aparecía un hombre con cara de enterrador, alto, con un sombreo de cowboy y con una gran melena en la que destripaba la sociedad americana a base de riffs violentos de Heavy Metal. No eran igual que los Mötley Cure, ni tampoco se pasaban en las melodías facilonas de grupos como Poison, era Heavy Metal sin concesiones de ningún tipo. En aquella época su cara más visible, Blackie Lawless entonaría el bajo con su voz rasgada, dejando que los dos hachas, imprescindibles para llegar a conocer a W.A.S.P. tal y como hoy lo conocemos, Randy Piper y Chris Holmes, este último entraría en la formación justamente cuando la banda se habría metido en los estudios para dar a conocer su primera obra. Harían que el grupo tomase una vida tan autentica, que era en aquellos bastante difícil encontrar dentro de la escena de Los Ángeles. Ellos se hicieron así mismos combinando el heavy Metal europeo y la estética americana. Esto daría a una combinación que funcionó en los escenarios y en los discos de estudio, llegando a tener muy buenas acogidas. Pero la vida no se la iban a presentar de plata y oro. Su inestabilidad dentro de la formación hizo que en muchas ocasiones WASP como banda pendiera de un hilo, el cual supo responder bastante bien su frotman, pasando por muchos altibajos, y una historia que sigue muy viva, ya pasando los treinta años de vida y con muchas ganas de que no se termine. ¿o si?
Pero si hay algo que me ha quedado muy claro es que el bueno de Blackie Lawless es imprevisible, y cuando menos te lo esperas, el vuelve a sorprenderte. De no tocar Europa, a ser uno de sus refugios escénicos, de creer que musicalmente ya lo habría dicho todo en un estudio de grabación, a traernos un nuevo álbum, Golgotha es su decimoquinta esencia, la cual no nos devuelven a esos angelinos con ganas de comerse un mundo reinado por la violencia musical. Como dije hace poco, al mismo tiempo que le pasó a Chris Holmes en su álbum en solitario, le pasa a Blackie Lawless. Podrán estar enemistados personalmente, pero musicalmente se necesitan, por lo menos la música de W.A.S.P. lo necesita. Pero Golgotha va en el camino de querer rejuvenecer su música, deja de buscar nueva formulas, y mucho menos álbumes conceptuales que muy poco le han llegado a servir, claro está, exceptuando su obra maestra "Crimson idol". Un disco donde se vio así mismo dentro de un gran nido de cuervos, simbología que hoy en día sigue llevando consigo mismo.
Su nueva obra suena contundente, con un Blackie Lawless mostrando una voz impecable que dejara lo mejor de sí mismo en cada canción. Desde su comienzo con "Scream" o la maravilla que acabo de bautizar como tal "Last Runaway". Pero le faltan esos riff que sabía encajar en las composiciones de Lawless el señor Holmes. En "Shotgun" las guitarras llegan a estar mucho mejor definidas, creando algunos momentos muy intensos, para recalcar en la balada "Miss You", la cual rehúye del cliché que se había creado a través del éxito y claro está, clásico del grupo, "Forever Free".
"Eyes Of My Maker" es otro tema más pausado, el cual este sí que va definiendo el final del álbum. Un disco que rescata la vena compositora de Blackie pero que le falta mucho para llegar a lo que fue en su día. Tal vez le falte el gamberrismo que enchufaba el propio Holmes. Una pieza del puzle que le faltan a los dos por separado, uno bajo W.A.S.P. y el otro en su propia historia.