Viviendo en León, con un montón de preciosos ríos al rededor para elegir, ¿quien se aguanta sin ir a pescar?, pues los que disfrutamos pescando va a ser que no, aunque los ríos no estén en las mejores condiciones elegimos uno y allá vamos.
Me decidí por el río Torío. Dejé el coche al lado del Puente de Pedrún y me puse a pescar, pero pronto me di cuenta que no iba a ser fácil sacar alguna trucha. El día era soleado, brillante diría yo, y esto bien sabemos que no es lo mejor para la actividad de las truchas y si además le sumamos el gran caudal de agua de nieve pues mucho peor. Justo en los pozos que hay por debajo de la bolera enganche en el fondo y allí dejé mis primeras ninfas. Nuevo aparejo, distintos perdigones; un oliva con cabeza blanca, un falangista y a por ellas.
Río arriba, sin dejar de pescar, llegué a la presa que hay por encima del puente y en la remansada que forma encontré una buena zona de pesca, donde las ninfas derivaban con esa naturalidad que te hacen perseverar y así me llegó la primera picada. Luego conseguí otras dos buenas truchas que me reafirmaron en que la nueva, o ya no tan nueva, Ley está dando resultados. Creo sinceramente que estamos en el buen camino, a nada que se vigile un poco más el río, se investiguen los vertidos y se controlen los cormoranes va haber truchas para divertirnos y atraer a esos pescadores-turistas más exigentes. Buena pesca amigos, que truchas hay y de buen porte, solo hace falta que ellas quieran y acertar con el señuelo.