Me siento muy afortunada por vivir en una ciudad donde su aeropuerto conecta con muchas ciudades de Europa y de forma muy barata.
Aproveché las ofertas de vuelos de Ryanair para organizar una visita a Turín e ir a ver a una prima que vive en Ivrea, un pueblo a unos 70 kilómetros de Turín. En 3 días disfruté de Ivrea, de Aosta y de Turín, pero en esta última me quedé muy corta de tiempo, porque esta ciudad a orilla del río Po, el más largo de Italia, merece una visita de unos 4 días mínimo.
Foto de www.bdtorino.net
Turín fue la primera capital del reino unificado de Italia en 1861 y la residencia de la familia real, la Casa de Saboya.
El nombre Turín, y su símbolo, el toro, proviene del nombre original de la tribu que los romanos encontraron en esta zona durante la colonización: los Taurinos.
La mole Antonelliana, otro símbolo importante de la ciudad, fue, durante mucho tiempo, la torre más alta de Europa construida en sola piedra. Perdió este récord en 1953 cuando un temporal derrumbó 47 metros de la torre y, por seguridad, se decidió añadir una estructura de hierro.
Y deja que te cuente también sobre el Palacio Madama, un edificio que llama mucho la atención porque es un castillo de la Edad Media pero con fachada barroca. Es una estructura con una historia de 2000 años, nació como puerta de la colonia romana, pasó a ser un baluarte fortificado, luego un castillo y, finalmente, a finales de 1600, cuando fue residencia de María Juana Bautista de Saboya-Nemours, se empezó su transformación a palacio barroco pero nunca se llevó a cabo completamente.
Foto de somewhere.it
Estas y más curiosidades las he aprendido en el Free Walking Tourin de Angelo.
Y como en cada viaje, no podía faltar un brunch. Cuando empecé a investigar online, me sorprendí por la amplia oferta. Me decidí por uno que se llama Paibikery porque tenía la curiosidad de ver como habían integrado el concepto de la bicicleta. El sitio es pequeño, decorado con materiales reciclados y con productos a la venta para ciclistas. Aquí puedes comprar una bici, hacer un control de la tuya y disfrutar de deliciosa comida.
A las 14:30h el sitio estaba a tope, pero afortunadamente habíamos reservado una mesa en la terraza. La carta de brunch es muy amplia, con propuestas internacionales incluyendo también productos locales como el queso Toma di Lanzo.
Pero lo que más me ha sorprendido ha sido su propuesta de pancakes salados presentados en forma de torre intercalados con ingredientes varios. Es una opción que, después de 75 diferentes brunches, todavía no había encontrado.
El servicio es muy amable, aunque no fue muy agradable ver lo sucia que estaba la camiseta de nuestra camarera. Asegúrate de no llegar hambriento al local porque, en general, tardan mucho en servirte, debido a que tienen una cocina muy pequeña y a que todos los pancakes están preparados al momento.
Eso sí, la espera merece la pena, porque esos platos, no son solo un placer para la vista, sino para tu paladar.
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