Proverbio.
Reconozco que no me gustan las actuales campañas contra la violencia de género. Las apoyo, pero las encuentro paternalistas, sobreprotectoras y a veces estigmatizadoras para los hombres. Por cierto, yo creía que el género era cosa de pronombres y artículos y que las personas teníamos sexo. Debería decirse violencia de sexo o sexista. Pero qué se yo, soy de ciencias.
Pese a todo me avergüenzo como hombre de lo que las mujeres tienen que aguantar. No sé cómo pueden hacerlo. Deberíamos haber avanzado mucho en cuestión de igualdad y respeto pero me parece que estamos en franca regresión. Como ejemplo de esto quiero comentar y comparar dos canciones. Las dos son latinomericanas y las dos tratan de hombres que le ofrecen “consuelo” a una mujer. Al igual que hice en una entrada anterior preguntando como habíamos pasado de Janis Joplin a Miley Cyrus, quiero preguntarme de nuevo como hemos pasado de una canción a otra.
La cantata de Santa María de Iquique. (1969)
La cantata de Santa María de Iquique fue compuesta por el músico chileno Luis Advis en 1969 e interpretada principalmente por el grupo Quilapayún. Consta de dieciocho partes cantadas y cinco habladas donde se narra la matanza en la escuela Santa María, perpetrada por el ejercito chileno el 21 de diciembre de 1907 en la ciudad de Iquique, donde murieron entre 2.000 y 3.000 trabajadores del salitre que se encontraban, acuartelados en la Escuela Santa María de dicha ciudad, durante una huelga general que el gobierno mandó reprimir.
La cantata la escuche por primera vez de niño y se me clavó en el alma. Toda ella es una obra musical sublime pero para mí hay una parte que destaca sobre las demás: la llamada “vamos mujer”. La he tarareado para animarme en algunos de los momentos más duros de mi vida a los que me he tenido que enfrentar solo y estará siempre entre mis canciones favoritas. Dice así:
“Vamos mujer, partamos a la ciudad. Todo será distinto, no hay que dudar confía, ya vas a ver, porque en Iquique todos van a entender. Toma mujer mi manta, te abrigará. Ponte al niñito en brazos. No llorará, confía va a sonreír. Le cantarás un canto, se va a dormir. ¿Qué es lo que pasa?, dime, no calles más.”
El hombre intenta animar a su mujer y contagiarle su optimismo ante la marcha hacia Iquique. Le dice que haga lo que él cree son cosas de mujeres con tranquilidad. Que cuide del niño y no que se preocupe pues cuenta con su protección simbolizada en la manta. No obstante la mujer está preocupada y eso desconcierta al curtido obrero del salitre.
“Largo camino tienes que recorrer atravesando cerros, vamos mujer.
El marido parece advertir a su mujer que su actitud no es la mejor para enfrentarse al duro viaje que les espera.
“Vamos mujer, confía que hay que llegar, en la ciudad podremos ver todo el mar. Dicen que Iquique es grande como un salar, que hay muchas casas lindas. Te gustarán. Confía, como que hay Dios, allá en el puerto todo va a ser mejor. ¿Qué es lo que pasa? Dime, no calles más.”
Otra vez el hombre intenta animar a su esposa explicándole cosas que él cree son del agrado de las mujeres. El mar, casas bonitas… Pero la mujer no traga. El obrero es valiente y está motivado por eso no entiende la actitud de su mujer.
“Vamos mujer, partamos a la ciudad. Todo será distinto, no hay que dudar. No hay que dudar, confía, ya vas a ver, porque en Iquique todos van a entender.”
El obrero endurecido del salar no entiende que su mujer intuye que la cosa acabará muy mal, como así fue. Esta parte de la cantata enfrenta el comportamiento valeroso pero a veces infantil de los hombres contra la intuición y la sensibilidad femenina. Frente a la ingenuidad del hombre que cree que las cosas van a cambiar está la sensatez y la mejor comprensión de la realidad de la mujer.
Esto es lo que nos venía de Latinoamerica en los 70.
Veamos lo que nos viene en la actualidad.
Ginza (2015)
Canción interpretada por un tal J. Balvin ha sido número uno de la radio en Estados Unidos, México y España entre otros países de Latinoamérica. Dice así:
“Si necesita reggaetón dale. Sigue bailando mami no pare. Acércate a mi pantalón dale. Vamos a pegarnos como animales.”
Las mujeres al parecer necesitan reggaetón y para satisfacerlas el hombre se ofrece a practicar el conocido paso de baile conocido como “perreo”. Esta modalidad coreográfica se practica del siguiente modo: Una mujer debe desproveerse de toda dignidad, por ejemplo mediante el abuso del alcohol. Luego tiene que refregar su culo en la entrepierna de un anormal acomplejado. No es como bailar un minueto pero no es fácil coordinar los movimientos cuando los bailarines están colocados y carecen de educación primaria.
“Muévete a mi ritmo. Siente el magnetismo. Tu cadera con la mia (boom). Hacen un sismo.”
La onomatopeya de “sismo”, Boom, es de lo más curiosa. ¿Qué ruido harán las bombas? ¿Trrrrgrrrrrbrrrr?
“Ahora da lo mismo. El amor ahora es turismo. Diciéndole que no al que viene con romanticismo.”
En esto hay que darle la razón al tipo. Una discoteca repleta de tipos con la visera de las gorras hacia atrás sobrexcitados no es el ambiente propicio para acercamientos amorosos, sino más bien de tiroteos entre bandas de narcos.
“Si te dan ganas de bailar pues dale. En esta disco todos somos iguales.”
Nuevamente el tipo da en el clavo, en esta disco todos son igual de penosos.
“Te ves bonita con tu “swing” salvaje. Sigue bailando que pa eso te traje.”
Claro, no la vas a llevar a una disco para presentar la declaración de la renta. ¡Qué tío!
“Sexy baila y me deja con las ganas. Y yo hoy estoy aquí imaginándolo. Sexy baila y me deja con las ganas.”
¿No habíamos quedado que la habías traído para bailar? ¿De qué diablos hablas? Mejor vas al aseo y te refrescas la cara con agua fría.
“Que bien te queda a ti esa faldita. Ella es señora, no es señorita.”
Después de una rima digna de Rubén Darío, se establece uno de los requisitos indispensables en el mundo reggeatonero: la mujer a conquistar es ineludiblemente la mujer casada con otro. Es un tema recurrente en este tipo de canciones (véase el clásico Dale Don dale). No eres un macho, macho hasta que no le quitas la mujer a alguien. Si le tienes que matar pues se le mata y luego te llevas a la chica como si le hubieses robado su canuto de plata para esnifar, que para eso las mujeres son posesiones.
“Sexy baila y me deja con las ganas. Como te luces cuando lo meneas. Cuanto quisiera hacerte el amor. Enséñame lo que sabes.“
¿No habíamos quedado que aquí el amor era turismo. ¿No deberías decir algo así como: “¡Cuanto quisiera mojar el churro!”
El resto es repetición y no merece comentarse. Por cierto, si alguien me acusa de ¡Racista de la música! que le den.
En fin, pregunto de nuevo. ¿Cómo hemos pasado del “Vamos Mujer” al “Ginza”? ¿Qué es lo que ha ido tan mal?