V. Una nueva vida en el Colegio de Voluntarios

por Ishtar

Colegio Voluntarios


Colegio de Voluntarios en Inglaterra

Además de dejar a tu familia, tu trabajo y tu casa, también había que enfrentarse al reto de vivir en comunidad en la escuela de Inglaterra, junto a unas cuarenta personas.

Aquello era como un batiburrillo de personas muy distintas de diferentes países (ninguno inglés), donde se podía oler en el ambiente sentimientos de esperanza, expectación, cansancio, descontento, decepción… todo ello mezclado con la ilusión, quebrantada o no, de hacer algo por el mundo, de querer un cambio, de atreverse a luchar, experimentar y aportar algo, fuera lo que fuera. Y fuera de lo común, también.

Llegamos a la campiña inglesa cargados con nuestras maletas, llenos de esperanza y fuerza. Nos habíamos decidido a emprender este camino, costara lo que costase.

En realidad, no pasó mucho tiempo para darnos cuenta de todas las carencias de la institución y del lugar, que no eran pocas. Primeramente, los que estaban al cargo carecían exactamente de lo que intentaban divulgar.

Justamente, venías para luchar por la injusticia y era lo primero que saltaba a la vista en el lugar. Además, que la organización del trabajo en cosas simples e imprescindibles brillaba por su ausencia. Sin hablar de los acuerdos o planes que te cambiaban de forma constante y, algo aún más importante, la falta total de una plantilla de educadores/profesores competentes e inspiradores. ¿No era aquello una escuela? Cuantos más meses pasaban, más cosas descubrías que espantaban.

Un lugar que promueve voluntariados de cooperación y con falta de humanidad y corazón. Y lo más gracioso, cuando evadían su culpa señalando a los voluntarios como carentes de preparación y adaptación a los cambios.

Qué bueno es no ver nunca los propios defectos y pensar que la culpa siempre está en los demás. Qué alucinante ver lo que hacía ese lugar.

Por todas estas cosas y problemas de pareja, la estancia no se hizo muy placentera. El trabajo era bastante intensivo, el horario de la escuela apretado, el agradecimiento nulo o escaso, las expectativas por el programa (gracias a lo visto, a las referencias y a la experiencia) cada vez más pequeñas y las injusticias y desbarajustes seguían ascendiendo en su carrera.

Mi relación sentimental en ese entorno “idílico” sólo nos trajo más problemas. La convivencia cada vez se hacía más complicada y frustrante, hasta un punto que llegó a ser casi insoportable.

En ese momento, ya habíamos pasado las navidades allí, por vez primera, fuera de nuestras reconfortantes casas. Pasamos un invierno frío (la calefacción la ponían unas 3 horas al día para ahorrarse libras), acabamos nuestros meses de trabajo para financiar el curso (de septiembre a febrero) y empezamos nuestro programa.

escuela voluntarios


Demostración del frío que podía hacer

Pasado el impulso alegre previo, de nuevo, volvimos de golpe y porrazo a la realidad cuando descubrimos que aún nos quedaba mucho más por trabajar. Parecía que lo más importante era trabajar para ellos (8 horas al día, 6 días a la semana) como si de un simple negocio se tratara. Trabajar a cambio de un objetivo muy lejano con expectativas, cada vez, más reducidas, un camino largo por delante bastante poco reconfortante.

Al menos, en los 5 meses que estuve en mi trabajo asignado de promoción, descubrí diferentes facetas sobre mí que tenía desconocidas. Me abrió un mundo, de las posibilidades del negocio online. Pude hablar y contactar con cientos y miles de personas geniales, pude disfrutar con mi tiempo y mi trabajo, descubrir que se me daba muy bien (hice récords en todos los sentidos empezando desde cero) tanto como que gané lo que costaba mi programa (el más caro, unas 5.400 libras) en menos de cuatro meses. Yo acabé ganando más de 8.500 libras, dinero en el que no veías ni una gota, por supuesto, era virtual. Y otra cosa más, es que siempre debías seguir trabajando por tus compañeros, aunque tú tuvieras el triple, y peleando por las cuentas, ya que ellos siempre daba la casualidad que contaban de menos.

Como decía, ese trabajó que me tocó sin elegirlo, me abrió a un mundo nuevo y me dio las fuerzas para dedicar mi tiempo a lo que me gusta de verdad; crear, compartir e inspirar.

colegio voluntarios


Pasándolo “mal” con la nieve (Marzo 2016)

Originally posted 2017-02-16 12:59:00.

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