En Pamplona hay que ver esencialmente dos cosas: el casco antiguo y la ciudadela. Ésta última sólo la pudimos ver de pasada ya que llovía mucho y decidimos continuar nuestro camino hacía el norte. Al primer lugar donde nos acercamos fue al Ayuntamiento y la verdad es que me pareció bastante pequeño en comparación a lo que se ve en la televisión el día del chupinazo.
Si continuamos nuestro recorrido de frente entramos en la calle Mercaderes, donde se encuentra la famosa curva donde se suelen caer los toros del encierro la conocida calle Estafeta. Si continuamos por ella nos damos cuenta que termina en la plaza de toros. No obstante, una de las mejores cosas que tiene esta calle son las tapas y los pintxos que podéis encontrar en cada uno de sus bares.
Otro lugar típico de bares es la plaza del Castillo, en la que podéis ver un kiosco en el medio de la plaza. No obstante, nosotros no entramos a ninguno, pero si vais con tiempo podéis probarlos, ya que es una de las zonas más concurridas de la ciudad. Para terminar con el casco histórico no podía dejar de nombrar su catedral. Nosotros la vimos sólo por fuera, ya que cobraban por entrar y la verdad es que el exterior no nos llamó lo suficiente como para pagar una entrada.
Pintxos
Cuando llego la hora de comer decidimos irnos de pintxos. El único peligro que tiene esto es el coste de algunos de ellos, si eres de poco comer te puede servir; si por el contrario eres comilón te recomiendo que vayas de menú o que pidas alguna ración porque si no la broma te puede costar cara.
Nuestro primer pintxo lo tomamos en la calle Mercaderes en una cafetería llamada El Mentidero. Fueron ocho euros por dos cañas con limón y dos pinchos, uno de picada de jamón con queso con queso de cabra y otro de queso de foie con queso brie y coronado con un canuto de pasta filo. Los pintxos estaban ricos, pero quizá eran un poco escasos para el dinero que costaban.
Nuestro siguiente destino fue en otro de los lugares típicos para comer tapas en la plaza de San Nicolás en un establecimiento llamado La Mandarra de los Ramos. Un lugar donde se sirven una gran cantidad de menús diarios. Aunque nosotros no lo probamos tenían muy buena pinta. En este caso nos costó 9,50 euros dos consumiciones con dos pintxos. Hay que decir que los aperitivos eran más grandes, por lo que merecía la pena pagar un poco más. En este caso nos decantamos por unas gambas con gabardina que eran enormes y tenían muy buen sabor y una tosta de jamón, angulas sucedáneas, que estaba coronada por un langostino.
El aperitivo lo terminamos en la calle Estafeta en un pequeño bar llamado Erreteguia. Fue el más barato de los tres, el pincho estaba menos elaborado, pero sólo nos costó cinco euros los dos pintxos con las consumiciones. En este caso nos decantamos por dos aperitivos muy típicos de Navarra, uno de ellos era de chistorra con base de patata y coronando un huevo de codorniz y el otro era berenjena rebozada con un rico buñuelo de bacalao.
Así que ya sabéis si pasáis por Pamplona no podéis dejar de catar sus fabulosos pintxos y como ocurre en todos los sitios hay algunos lugares más caros y otros más baratos. Yo espero volver en un futuro y daros cuenta de muchos más establecimientos para que tengáis una mejor radiografía de esta ciudad.