Buitres y cárcavas
El río San Juan dibuja sus propias hoces muy cerca del Duratón
© Texto y fotografías: JAVIER PRIETO GALLEGO
Hace menos décadas de las que parece buitres y pastores compartían al alimón los huecos que la erosión arrebañaba a las rocas blandas del páramo segoviano. La naturaleza caliza del subsuelo, fácil de disolver cuando el agua y el dióxido de carbono de la atmósfera se mezclan, es la principal responsable de que hacia el sureste de la provincia de Segovia los ríos se abran paso a cañonazos. Sonado es el desfiladero del Duratón, especialmente entre la localidad de Sepúlveda y el embalse de Burgomillodo. Pero no es, ni mucho menos, el único. Famosas son también las hoces del Riaza en su tránsito hacia la ribera arandina. Son sólo dos ejemplos de folleto.
Chozos pastoriles rupestres construidos en las paredes rocosas del cañón del río San Juan. Cerca de las Hoces del Duratón. Segovia. Castilla y León. España. 2007 © Javier Prieto Gallego
Menos renombre, si bien no menos interés, tienen los retortijones de un río discreto: el San Juan, tributario del río Duratón y aprendiz aventajado en el arte de tajar cañones. Como el Duratón, tiene sus nacederos en las laderas segovianas del Guadarrama, donde se llama de Prádena por ser ésta la primera localidad que atraviesa.
De ahí para abajo, el San Juan, ya con su nombre, regatea sotos mientras se encajona, poco a poco, a su paso por Castroserna de Arriba y de Abajo o bordea el castillo de Castilnovo. Uno de sus tramos más interesantes de recorrer y desgustar comienza poco después de abandonar la localidad segoviana de Aldealcorvo. A medida que se acerca al ya inminente Duratón, con el que se funde en las proximidades del puente de Villaseca, su cañón se vuelve más arriscado por momentos, se estrecha en algunas partes hasta convertirse en pasillo y se ensancha en otras dejando espacio a las abundantes choperas de plantación que prosperan en los fondos del tajo fluvial.
Las paredes rocosas que delimitan los laterales del desfiladero, al igual que sucede en el Duratón, dejan ver a las claras su atormentada formación caliza. Así, el repertorio de cárcavas, pequeñas y grandes cuevas, repisas, barrancas y serrezuelas entretiene todo el recorrido que se ve, además, continuamente vigilado, y muy de cerca, por los abundantes buitres que aprovechan el relieve de las paredes para descansar, hacer nido o, simplemente observar el discurrir de la vida por la vega del San Juan.
Uno de los apriscos construidos en las paredes del Cañón del río San Juan. Cerca de las Hoces del Duratón. Segovia. Castilla y León. España. 2007 © Javier Prieto Gallego
Y aunque ahora son los únicos en sacar verdadero partido al relieve de estos cantiles, no fue así en un pasado cercano: sin duda llama poderosamente la atención la abundancia de covachas en este tramo del cañón aprovechadas de manera todavía bien apreciable como naturales rediles en los que los pastores de la zona acostumbraban a recoger sus rebaños. Especialmente abundantes en la pared del cañón orientada al sur, más soleada y seca, los recovecos grandes o pequeños se cerraban a al exterior con rústicas paredes de mampuesto mientras que muchas de ellas presentan hacia al interior evidencias de excavación para agrandar las estancias o acomodar rincones más habitables aprovechando la ductilidad de la piedra arenisca. Recorrer este cañón, al margen de los trajines agobiantes del cercano Duratón, compartir jornada con los buitres, que aquí vuelan más bajo, y detenerse en cada una de estas construcciones a punto ya de la extinción total conforman un menú de alta cocina para el gourmet de los caminos solitarios. Un lujo al alcance de quien quiera.
El acercamiento al cañón puede hacerse desde la localidad de Aldeosancho hasta alcanzar el molino de San Juan, justo en las fuentes de las que capta agua la localidad de Cantalejo. Ese es el punto para dejar el coche y comenzar el paseo, aguas arriba, por el cañón. Son seis kilómetros de pasillo en los que el camino cruza a uno u otro lado río, seco en muchos tramos, hasta alcanzar la carretera en las proximidades de Aldealcorvo.
El camino pasa entre unos apriscos construidos en las paredes del Cañón del río San Juan. Cerca de las Hoces del Duratón. Segovia. Castilla y León. España. 2007 © Javier Prieto Gallego
EN MARCHA. Hasta Aldeosancho puede llegarse desde Cantalejo por la SG-205.
EL PASEO. Caminata lineal de unos 12 km ida y vuelta. Puede realizarse en unas tres horas largas. Sin señalizar. Una senda recorre todo el fondo del cañón. No hay que tomar ninguno de los caminos que se salen del desfiladero antes de alcanzar la carretera. Mapas: IGN, 431-I y III.
EL MOLINO DE SAN JUAN. El inicio se localiza junto a este molino, ya en el cañón. Se puede llegar en coche hasta él desde Aldeosancho. Su última calle, si se va hacia Cerezo de Abajo, se llama de San Juan y es la pista de tierra, que lleva hacia los depósitos de agua que se ven a lo lejos. Al alcanzar un cruce con cinco brazos hay que seguir de frente hasta que el desfiladero se estrecha y aparece el molino.
Croquis del paseo
Croquis del paseo por el cañón del río San Juan en Segovia. © Javier Prieto Gallego