Todos mis jefes se han dado cuenta de esta característica mía y siempre he tenido algo que ver con el departamento de informática allí donde he prestado mis servicios. Además poseo la llave del corazón de cualquier director de departamento: Microsoft Excel. Sí, porque yo no me limito a poner datos en tablas con colores y negritas que suman y ya está, no, yo a base de informes de tabla dinámicas, gráficos interactivos y macros en VBA convierto la hoja contable más fría en un espectáculo de magia e ilusión.
A los ordenadores les he hecho de todo: los he montado desde cero pieza a pieza, los he programado en los heroicos días de BASIC y Turbo Pascal, les he ampliado la memoria, substituido la fuente de alimentación, instalado Windows Milennium (ahí es nada), también linux Suse y Ubuntu. Los he conectado a Internet de todas las formas posibles y he formado pequeñas redes de área local. Incluso, los he desmontado y destruido para protección de datos. Pero lo que no había hecho hasta ahora era lo que he tenido que hacer hoy: extraer el cadáver de un murciélago de entre el cableado de los “switches“. Sí, como lo leen un murciélago de dimensiones modestas, pero murciélago al fin. Mi jefe me ha pedido que comprobase algo en un servidor cuando he visto la terrible escena de muerte entre el parpadeo de las lucecitas de los concentradores.
¿Cómo llego hasta allí el quiróptero? Al parecer entró por una grieta del forjado superior del sector del almacén donde se haya instalado el rack que contiene el cableado del mencionado servidor. ¿Por qué entró dentro del entramado electrónico? Es un misterio zoológico. Espero que alguien me lo aclare.
Naturalmente han saltado todas las alarmas y las eficientes medidas de seguridad e higiene en el trabajo de mi actual empresa han funcionado a las mil maravillas mientras yo, pertrechado con guantes y mascarilla he sacado con precisión quirúrgica el cadáver del animalito cuyas alas atrapadas entre los pares trenzados no apantallados dificultaban considerablemente mi labor, pero lo que conseguido sin que ninguna RJ45 se desconectase, provocando errores informáticos de imprevisibles consecuencias.
No había indicios de putrefacción y a juzgar por el rigor mortis ya presente, imagino que el animal murió la pasada noche o tal vez anteayer. Una vez extraída la carroña y entregada a las autoridades competentes, uno de mis compañeros ha procedido a tapar la grieta en el techo con espuma expansible, lo que evitará nuevas intrusiones hasta que un albañil pueda arreglar el desperfecto.
Sudoroso y con la pinta de un soldado de la primera guerra mundial, expectante ante un ataque de gas, he recibido el aplauso de los compañeros y la felicitación de mi jefe. ¡Gran día! Aunque no ha habido riesgo de contaminación biológica para el conjunto de la fuerza laboral de mi empresa, yo he estado muy cerca del bicho y he leído por ahí que los murciélagos transmiten horribles enfermedades por inhalación como la histoplasmosis pulmonar aguda y con lo aprensivo que soy yo, espero poder acabar esta entrada. Es más, creo que empiezo a notar algunos síntomas: dolor torácico, escalofrío, dolores y rigidez muscular, fiebr…