Mamá, nos hablaba de su niñez y de su hermana. Como juntas corrían por sendas ya pisadas y cómo marcaban sendas nuevas. Mamá decía que eran las "más mejores amigas", que si una reía la otra también y que la soledad y la tristeza, no cedieron a la pena del llanto, pues una ponía la mano sobre la mano de la otra. Sus cabezas en el hombro de la hermana, y se mecían al caer la tarde, para que al moverse, nada malo quedara prendido en su cabello, por eso se hacían una a la otra trenzas, para que no pudiera enredarse la tristeza, que como todos saben, es amante de los nudos en el pelo.
Cuando crecimos, fuimos conscientes, de que mamá, nunca tuvo hermana alguna, su amigo invisible era un niño.
Tal vez, es posible, que quisiera decirnos, así de pasada, solapadamente, que nos teníamos la una a la otra para que no sintiéramos nunca la soledad que la atenaza.
--Mayo--
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