El cetáceo macho de 16 metros de longitud apareció cerca de la costa, pertenecía a la familia de la Eubalanea Japónica (Ballena Franca), una especie protegida en peligro de extinción”, estaba varado con síntomas aparentes de quemaduras en más del 80% del cuerpo.
La policía costera informó a Medio Ambiente, del hallazgo de un cuerpo de ballena calcinado al colisionar con algún navío, pero tras la autopsia realizada por el equipo forense de Especies Marítimas Protegidas, descubrieron que las quemaduras se habían producido desde el interior del estómago, en el que el cetáceo albergaba restos de tecnología que hasta el momento ningún especialista ingeniero ha conseguido explicar, de tan solo 45 cm de tamaño, posiblemente incompleta, esta extraña tecnología parece ser el motivo de las altas temperaturas que causaron la lenta muerte del mamífero.
Los análisis de carbono 14 confirman que los restos del aparato de unos 5 años de antigüedad, están compuestos por una aleación de al menos 6 metales pesados y preciosos, como el Cadmio, Italo, Oro, Aluminio y dos elementos que no se corresponden con ningun elemento de nuestra tabla periódica, un metal pesado similar al titanio y un metal precioso de la densidad del oro y de color azul turquesa.
El gobierno chino se niega a prestar declaración, mientras que los ecologistas, escépticos ante la idea de que los restos sean de origen extraterrestre, creen que se debe a algún tipo de sónar en estado de prueba implantado en ballenas con fines militares, que resultó defectuoso causando la muerte del cetáceo.