El Escuadrón Suicida era un grupo prácticamente desconocido hasta que Warner decidió apostar por ellos en los cines, allá por 2016. Desde entonces hemos visto nuevas colecciones de comics, merchandising a cascoporro e intentos de todo tipo para meternos al escuadrón hasta en la sopa. El último estreno animado de DC tiene al grupo de antihéroes como protagonista. ¿Conseguirán colárnosla esta vez?
Suicide Squad: Hell to Pay repite la misma fórmula vista en anteriores ocasiones: Amanda Waller recluta a un grupo de villanos, y bajo amenaza los obliga a trabajar para ella en una misión muy peligrosa y de dudosa moralidad. La misma historia de siempre, pero esta vez, con nuevos villanos de tercera, que el guionista de turno no dudará en eliminar de la manera más cruel posible para demostrar que estamos ante una película de antihéroes muy molona y macarra.
Y hablando de personajes supuestamente macarras ahí está Harley Quinn, tan estereotipada como siempre y con ese humor tan simplón que parece volver loco a todo el mundo. Pero hey, no todo es malo en esta película. Al menos el elenco de villanos al que se tiene que enfrentar el escuadrón es bastante interesante. Ahí tenemos al Profesor Pyg de Grant Morrison, unos rediseños de Killer Frost y Silver Banshee que no están nada mal e incluso las apariciones de Flash Reverso y Vandal Savage que siempre añaden algo de sal al asunto.
El largometraje está plagado de chistes bastante chuscos, pero muchas veces acabas riéndote simplemente de lo lamentables que son. Hay una escena al principio de la película en la que el Escuadrón Suicida se infiltra en un club de striptease masculino, y uno de los personajes comenta literalmente “Mira las bolas de billar que tiene ese”. No pude evitar acordarme del chiste ese de “Disculpe señora, ¿las bolas de billar tienen pelo?”, “No”, “¿Cómo que no? ¡Eh, Billar! ¡Ven aquí y enséñale las bolas a esta señora!”.
Resulta que el Doctor Destino era un stripper y tenían que interrogarlo (¿?). Luego también vemos un primer plano de una rascada de huevos de un tío en calzoncillos. ¿Es que no os habéis enterado todavía de que esta es una peli políticamente incorrecta? Pues eso. Rascada de huevos.
Al final nos encontramos con las típicas traiciones y venganzas, y los héroes trabajando en equipo para derrotar al enemigo. Eso sí, todo ello regado de muertes para que se note que la cosa va en serio. Total, cada largometraje animado de DC va a su propia bola y no existe ningún tipo de continuidad, así que, pelillos a la mar.
En definitiva, una película bastante divertida para pasar el rato, pero poco más. Nada que ver con otras producciones de animación mucho más maduras e interesantes como “Batman: Año Uno”, “Batman: El regreso del Caballero Oscuro” o cualquiera de las producciones clásicas de Bruce Timm.