Alguien ha dispuesto la mesa. Hay mantel de hilo blanco, platos y sobreplatos, todos los cubiertos rectos y en su sitio. Copas de vino y agua, el pan en su platito. Descansan en un vaso amapolas rojas, el agua necesaria, incienso de jazmín, no empalaga, envuelve y calma. La luz tras las cortinas. Una mano te invita a sentarse. Se dispone la carne sobre la mesa, los platos, se apartan, los cubiertos se empujan, crece el hambre.
No llevas ropa, no sabes si la tenías puesta, te da lo mismo. De rodillas, y tú, de espaldas. No se necesita ayuda, es sencillo, un ligero movimiento...está dentro! Arqueas tu espalda, y te ases fuerte, muy fuerte con las manos a sus nalgas, y os miráis, sonrisas, complicidad. Shhh, no digas nada, no hagas nada...Se curva tu espalda y un movimiento independiente de tu cuerpo, une vuestras almas. Rotas, casi lo expulsas, pero no lo haces, de nuevo, dentro ,muy dentro ,en el alma. Sujeta tu trasero para ayudarte a estar en tu sueño.
La carne sigue en su temperatura exacta, hambre eterna hambre, todo el hambre de amor bajo estrellas ahora, arena en el pelo ,y que más da si no lo sientes? Solo un leve cosquilleo.
Despiertas y claro que hay una sonrisa enorme sobre tu rostro, y un rubor que vuelve tus mejillas preciosas, y el pulso acelerado, y necesitas decirlo, alto a voces, al oído, aunque sea lo último que hagas, o no podrás respirar...
Te quiero.
Y mucho
--Mayo--
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