(si te perdiste la primera parte, la puedes leer aquí)
La tarde del viernes, Claudia no tuvo tiempo ni de comer, atendió malamente a algunas señoras que merodeaban por la tienda y en cuanto pudo, se escapo a casa a preparar la maleta y salir corriendo al aeropuerto. Cogió 4 trapos, los metió en un bolso grande y comenzó su andadura. Estaba con el corazón a mil, sentía que era su momento y que por fin algo le iba a salir bien!!
Había estado todo el día escribiéndose con el dios griego, salvo las dos últimas horas, que las había dedicado a volar por Madrid. Así que en cuanto se sentó en el metro le mando un whatsapp para decirle que estaba de camino. Justo cuando el tren llego a Barajas, se disponía a sacar los euritos extra del billete cuando sonó el tlfn…
Era él, que llamaba con voz temblorosa (esa voz que titubea entre el miedo y la vergüenza) y le dijo lo que ya os podéis imaginar, y sobre todo, lo que ella más temía…. Tenía que cancelar el viaje porque le había surgido un imprevisto de curro muy muy serio.
En ese momento, la rabia cerró los oídos de Claudia, por segundos se sintió dolida y muy “loser”, no sabía si le dolía más el el corazón, o el ego. Finalmente volvió a la conversación y escuchó las insistentes disculpas de dios griego, el hombre tenía que viajar a Berlín esa misma noche, de urgencia por un escándalo en la compañía de coches para la que trabajaba (algo de unas emisiones dijo…. No sé si os suena ) y ella enrabietada pero comprensiva con el percal se metió los dos euritos del billete extra al bolsillo y dió la vuelta hacia Madrid.
Con las horas, se le fue pasando el cabreo, al fin y al cabo, su maromazo había cancelado por un tema muy serio y la realidad, es que el sábado o el domingo cuando volviese, quedarían para cenar, así que…. se puso la chaqueta y se presentó en el garito donde habían quedado sus amigas, no es que fuese un sueño estar con ellas cuando contaba con estar en París, pero era mejor que estar en casa releyendo el historial de whatsapp con dios griego…. Además! así podría contarles su historia de “amor del bueno”, aunque hubiese surgido ese “pequeño” imprevisto.
Las primeras horas con su pandi, se desarrollaron como cualquier viernes, unas cervezas, unas tapas, que si una cuenta algo de su casa, que si otra se caga en su jefe, vamos, lo típico. Claudia contó de viva voz lo que ya les había adelantado por whatsapp y poco más en lo que se refiere al asunto dios griego.
Pasaron las cañas y llegaron las copas y la música, y con la música cierta nostalgia de lo que no había sucedido, y muchas ganas de amor y muchos sentimientos encontrados y zas! Lo soltó!
Enganchó a las dos amigas que tenía más cerca, y entre lágrimas y bochorno, les dijo que la historia con dios griego, tenía matices, y que matices!!!
Les contó que la noche del jueves no había sido exactamente como les había dicho en un principio, explicó ante el ojiplatismo serio de sus “bff” que dios griego, le había propuesto una forma mágica de conocerse y que a ella, le había parecido morboso y diferente, y accedió encantada.
El plan fue el siguiente: quedar en un restaurante a oscuras y si la cosa se ponía caliente, disfrutar de una de las habitaciones oscuras de dicho restaurante, donde intimidar más (las amigas, hasta la fecha, no creo que supiesen ni de la existencia de este tipo de lugares).
El caso es que la noche se dió tal y como Claudia había contado, cena increíble, besos bonitos, sexo bonito… pero sin luz!!! Y ahora, a Claudia le pesaba un sentimiento indescriptible, como de culpa y los 3000 km de distancia con el dios griego al que no había visto, solo alimentaban ese pesar.
Las amigas y sus opiniones etílicas no ayudaron y se fue a casa, borracha, jodida y con la única esperanza de cenar con el, a la luz de una buena lampara en los próximos días.
There is always hope…
Llego el sábado y con el muchos mensajes ilusionantes desde Berlín, y fotos de la Puerta de Brandemburgo y del Muro y el domingo y el lunes… Y el trabajo se fue complicando y cada vez más reuniones y cada vez más difícil saber cuando iba a volver… Lo que iba a ser cuestión de uno o dos días, pronto se convirtió en una semana, luego en dos, y luego en “me tendré que quedar una temporada”.
A cambio de esa mala noticia, recibía mensajes diarios, y canciones bonitas y por las noches, casi siempre intercambiaban notas de voz de cochineo bueno. Así la distancia parecía menos y la turra de sus amigas, haciendo mil preguntas sobre el misterioso dios griego que no manda vídeos y no tiene Facebook, se hacían más llevaderas. Claudia a veces dudaba, a veces no le casaba la historia, pero siempre encontraba alivio en sus mensajes y la intimidad nocturna de las notas de voz, y entonces las dudas se disipaban.
Un día, cargada de energía y decidida a ver la cara a su dios se sacó un billete a Berlín, llevaban un mes hablando constantemente y necesitaba tocarle, pero sobre todo necesitaba verle, así que decidió darle una sorpresa, el pobre estaba desbordado y estresado y ella podía solucionar eso. Sacó su vuelo con una semana de antelación y el mismo día que lo compró no pudo resistirse y le contó que llegaría el próximo sábado por la mañana.
Los días hasta el día del viaje, transcurrieron tranquilos, quizás con menos pasión y mensajes cada vez más distanciados en el tiempo, pero Claudia, que de relaciones wahtsapperas sabe un rato, concluyó que era porque la llama de la mensajería instantánea no podía mantenerse muchos más días encendida, y eso reforzaba aún más su plan de verse cuanto antes. Y así, con el ánimo en todo lo alto, llegó el sábado, y Claudia, vio el amanecer desde el cielo, volando a Berlín, sin miedo, pero con la típica cagalera de los nervios.
Bajó del avión y no tuvo que esperar maletas, porque no había facturado, solo iba a estar dos días y a ella no le hacen falta modelazos para sentirse guapa, a ella le pone guapa que la coman a besos. Eso sí, antes de salir a la “zona de abrazos y reencuentros” hizo una parada en el toilette, para tapar ojeras, pintar labios y dejar algún peso atrás.
Y por fin….. atravesó la puerta!!! Miró a su alrededor curiosa y atacada al mismo tiempo, intentando reconocer su cara, al fin y al cabo solo había visto algunas fotos…
Pero no estaba. Se sentó en un banco a esperarle, y aunque solo habían pasado 5 minutos, supo, igual que ya sabéis vosotrxs, que no iba a a aparecer nadie. No le llamó, solo esperó sentada durante algo más de una hora. De nuevo sentía el dolor de los pensamientos que le hacían sentirse el ser más “loser” sobre la tierra, y veía que el mundo se le venía encima. Como iba a explicar esto a su gente? Una vez más, no sabía si le dolía el desengaño o la dignidad.
Se recompuso, y se metió en un hotel cercano al aeropuerto. Conectó la wifi e intentó sacar un billete para esa misma tarde, pero no consiguió nada hasta el domingo por la mañana. Así que con las mismas se metió en la cama y quiso ignorar los berridos de sus tripas durante horas, porque pensar en bajar a comer algo era un suplicio, y peor aún, intentar comunicarse por tlfn con el servicio de habitaciones.
A media tarde, con todo llorado, y el amor propio levemente restaurado, bajó al bar, se sentó, pidió cualquier cosa señalando con el dedo y por fin comió. Después se quedó allí sentada horas. Tantas, que el camarero se animó a hablar con ella (si si, y era alemán). El chaval, que era un poco trepilla de los idiomas (un clásico), practico español con ella, y la mantuvo medió distraída hasta que se fue a la cama. Fue la única cara amable que tuvo Berlín para ella.
El domingo pronto volvió a casa.
Y así, en frío, termina la “historia de amor” de Claudia. Sus amigxs la juzgaron hasta la saciedad, todo el mundo a quien se lo contó, lo hizo sin piedad. Que si Claudia es una inconsciente, que como pudo acostarse a ciegas con alguien, que como se fue sola a Berlín, que le podía haber pasado cualquier cosa….
A que muchxs de vosotrxs ya la habéis condenado también? Yo lo hice en su momento, pero sabéis lo que pienso después de haber respirado hondo? Que nos pasamos la vida juzgando a las mujeres, y que siempre perdemos nosotras.
El tarado que la engañó, pasa a un segundo plano, porque ella no fue precavida… Y digo yo, precavida de que? De querer reír? De querer que te quieran? De ir de frente? De esperar acontecimientos a puerta gayola?
Lo cierto es que yo estoy de su lado. Todos hemos hecho un Claudia alguna vez, quizás con más suerte, pero lo hemos hecho, y es que, no hacerlo, es de cobardes. #todossomosclaudia
Feliz martes!!!
P.D. El camarero alemán, la escribió por FB, y con el tiempo intercambiaron los teléfonos. Hace poco vino durante una semana a verla y…. Ahí, hay tema del bueno!!!
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