Diciembre de 2013
Mi habitación parece un campo de batalla. Esta mañana he recibido un email para concertar una entrevista con la directora de una de las empresas de organización de eventos más exclusivas del mundo. El email ha llegado dos horas antes de la entrevista, que ha tenido lugar a media hora de mi casa. O sea que una hora y media para prepararme para una entrevista para el puesto por el que un millón de chicas matarían (imaginad cuántas cosas me he probado). Hoy he sido Andy Sachs en El Diablo viste de Prada. Y como ella, he llegado allí sabiendo más bien poco de la empresa, aunque suficiente como para reconocer que la que me hacía la entrevista, a parte de directora, también es modelo e imagen de la compañía.
Cuando la encargada de las relaciones internacionales de mi universidad me habló sobre las prácticas y lo que buscaban, una semana antes de la entrevista, me sentí como debió hacerlo Mary Poppins cuando recibió la carta de Jane y Michael Banks (cancioncita incluida). Estaba hecho para mí. Por Dios. Había nacido para ese puesto. Pero, como a Andy en la peli, la entrevista me ha ido fatal. Pero mal en plan como el culo. Lo único bueno que puedo decir es que la entrevistadora-directora-modelo se llamaba como yo y tenía los dientes manchados de carmín. Que, bueno, algo de confianza da. Pero tranquilos todos, que no se lo he dicho. Imaginaos su cara si después de equivocarme de emirato árabe en el que habían realizado su último proyecto, le digo que tiene los dientes manchados de rosa y un poco de pelusilla en el bigote. (¡Pelusilla en el bigote, petits! Para ser modelo, ¿estas cosas no hay que controlarlas un poco?)
Otro punto a mi favor es que ella no hablaba nada de francés (que ya ves tú el que hablaré yo, pero bueno), así que haber hecho la entrevista en inglés y que supiera español le ha parecido una bendición. ¡Ah! Y le ha fascinado lo bonita que tengo la piel. Que me va a servir de mucho en un futuro profesional, claramente. (No). «Oye, no creo que te contratemos, pero tienes una piel estupenda. De verdad, qué envidia». Vale, no me lo ha dicho así pero a mí me ha sonado a eso.
La verdad es que no sé qué me ha empujado a presentarme para el puesto. Bueno, sí lo sé: la oportunidad de hacer las prácticas en una oficina en mitad de los Campos Elíseos preparando desfiles de alta costura para la próxima semana de la moda de París.
Pues eso, el trabajo por el que un millón de chicas matarían.
Actualidad
Sí, esto lo escribí nada más volver de aquella entrevista. Sí, me dieron el puesto. Y sí, lo rechacé como la jacoba integral que soy. (Gracias a todos por jugar). Ojalá poder hacer caso a Manu, marcarme un Marty McFly y volver a ese momento a aceptar el puesto. Pero no, petits, estas cosas no funcionan así.
Por cierto, el puesto que os comentaba de la entrevista de mi último vídeo me lo han dado. ¡Fiesta!
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