es lo que queda, cuando cesa el ruido.
La oscura sensación de vacío.
Es lo que añoro, y lo que odio:
constante miedo a estar solo.
Esparzo en el horizonte los granos del infinito,
que vuelta a vuelta arañaban el cristal de la vida.
Atesoro vanidades, comparto mis minutos.
Miro más allá. Escribo lo que surge.
Encaro la muerte y tiemblo.
Me despediré en vida de mi vida,
saludaré a los muertos, a los que he rezado.
Volveré guiado por la ténue luz de las estrellas
ahogada por láminas en la pared.
Alinearé instantes de felicidad
sentiré la vida al menos un segundo.
Silencio:
sin palabras me quedo.